Fieles a la voluntad de DiosMuestra

La visión celestial

Es un privilegio participar con Aquel que nos llamó, quien dijo «edificaré mi iglesia», cuyo arquitecto y constructor es Dios. Columna y baluarte de la verdad, expresión plena de Cristo resucitado, quien posee el poder de la resurrección. Si durante veinte siglos de persecuciones, guerra, oscurantismo y de todas las fuerzas del mal que se han levantado, la iglesia no ha podido sucumbir; menos en esta hora de mayor luz, mayor gloria, mayor gracia. Como nunca, la iglesia está presente, tú la representas, eres parte de ella. Latinoamérica: ¡Hay esperanza! Hay un momento de luz y una comunicación de verdad, porque la iglesia está siendo edificada y entendida, es la razón por la que Cristo la tiene en este mundo. 

Aquí estamos para esta hora, para este tiempo, para esta geografía. Se nos dio el privilegio de ser hijos del reino para que marquemos la diferencia en Latinoamérica. Estamos unidos con ese mismo sentir en Cristo, pero no tenemos un diagnóstico completo y tampoco una solución perfecta ante las amenazas, retos y oportunidades que como iglesia estamos enfrentando.

Sin embargo, sí somos entendidos de la visión celestial que Dios entregó a Pablo, se vislumbra la esperanza para nuestra gente. Que el Espíritu Santo capture nuestras mentes y corazones, para que cada uno de nosotros se impregne y entienda solo la visión que importa, la celestial. Es tiempo de morir a tus visiones, a lo que tú quieres lograr, a tus propios planes, aquello que tú dices, «esta es mi visión». Dios no está comprometido con tu visión personal, con lo único que Él está obligado a llevar a cabo y a completar, es la visión celestial. Cuando Pablo recibió la visión celestial, él no vio algo, vio a alguien, a Cristo. La visión celestial es la que Dios nos da y, en ella, nos revela a Cristo.

En Cristo es en quien están escondidos todos los tesoros secretos de la sabiduría y del conocimiento de Dios. Por eso se requiere que entendamos, que la visión celestial es la misma para todos. No hay visión individual, que la visión celestial debe ser la que nos gobierne, nos dirija, debe ser el punto en el cual nos concentremos a entender, a conocer a Cristo para darlo a conocer a otros.

Porque cuando podamos recibir del Señor la misma instrucción que Pablo, como cuando la visión celestial se le presentó, «para esto me he aparecido a ti», Dios nos declarará la razón para que veamos al justo. Mientras no comprendamos la justicia de Dios en Cristo y el orden establecido legalmente en ese nuevo pacto por el Consumado, entonces no estaremos viendo al Cristo que el Padre nos pretende revelar.