La preeminencia de CristoMuestra

7. Cristo tiene la preeminencia en la vida cristiana

La vida de Dios es la misma vida de Cristo, y la vida que recibimos de Dios es la vida de Cristo. El Señor Jesús es el medio y la vida misma operando en nuestra vida. La vida espiritual que disfrutamos es una vida impartida por Cristo: “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). 

Nuestra vida está escondida en Cristo (Colosenses 3:3). Esa es una vida presente como posesión, pero que tendrá una consumación gloriosa. “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4).

La forma de honrar esa vida que hemos recibido de Cristo es vivir para Él y por Él en nuestra vida diaria. Esa es, además, la única forma de experimentar todo el poder de vida contenida en Él.

Ese fue el ejemplo con el que Pablo testimonio el honrar la vida que había recibido de Cristo: “…para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). 

Al darle la preeminencia a Cristo en nuestra vida, todo lo que hacemos es impulsado por Él, y lo hacemos para Él. Nuestro trabajo, relaciones, ministerio, etcétera es realizado en función de servirle y honrarle a Él. Tal como lo expresa Colosenses 3:23-24: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. 

Cristo como nuestra vida es una vida con tres características esenciales, que van más allá de una vida natural:

• Es una vida crucificada (Gálatas 2:20).
• Es una vida resucitada (Juan 11:25).
• Es una vida escondida en Dios (Colosenses 3:3-4; Mateo 6:1-6).