La preeminencia de CristoMuestra

2. Cristo también tiene la preeminencia en la reconciliación

Este hecho se evidencia en el agrado al Padre que tiene Cristo.

Así lo dice el versículo 19 del capítulo 1 de Colosenses: Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase todo plenitud.  

La palabra plenitud se traduce de la antigua palabra griega pleroma, y es usada en este pasaje para referirse a la suma total de los poderes y atributos divinos que residen en Cristo, y que atestiguan acerca de la deidad de Cristo (“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” -Colosenses 2:9).

“Dos palabras poderosas; plenitud la cual es una palabra substancial, comprensiva y expresiva en sí misma, y toda, la cual es una gran pequeña palabra que incluye la totalidad. Cuando se combinan en la expresión de “toda plenitud’ tenemos ante nosotros una extrema riqueza de significado” (Spurgeon). 

“En consecuencia, la frase en Él habitase toda plenitud, reúne en un gran clímax la expresión anterior – la imagen de Dios, el primogénito de toda la creación, el Creador, la pre existencia eterna, la Cabeza de la Iglesia, el que venció la muerte, el primero en todas las cosas” (Vincent).

La plenitud de Dios está depositada en Jesucristo. No en la iglesia; no en el sacerdocio; no en un edificio; no en los santos; no en un método o programa; pero si en el mismo Jesucristo. Fue puesta en Él como un “punto de distribución" para que los que quisieran más de Dios y de todo lo que Él es, lo pudieran encontrar en Jesucristo (Enduring Word).

El objetivo de que Cristo encarnara en la naturaleza humana, siendo Él preeminente en todo, es para que “por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos…”. 

Reconciliar viene del griego apokatallassó, que significa cambiar de un estado de sentimiento a otro. La reconciliación aplica a toda la creación y no sólo al hombre. Y esto fue hecho a través de la obra de la cruz.