Sanidad del almaMuestra

 Enfermedad del alma cinco: malicia

No se si has notado que, a muchas personas, se les nota que están enfermas en su alma porque solo piensan mal de los demás; es, aquí, donde recuerdo el dicho que reza: “Todo ladrón juzga según su condición”.

Recordemos lo que la Escritura nos advierte en Efesios 4:31: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. La malicia es definida como maldad, cualidad de interpretar las cosas en doble sentido o actitud de una persona que hace mucho mal a otros. En todo el sentido de la Palabra, vemos cómo esta es un reflejo de un alma turbada por la maldad.

La Palabra nos dice que esta sea quitada de nuestra vida y que seamos hijos de luz brillando en medio de la oscuridad; que hagamos las obras de bien que agradan al Padre y que no veamos solo lo malo en las demás personas porque, posiblemente, esto sea un reflejo de la propia maldad que existe dentro de nuestro interior; por esto, la Palabra nos advierte en Mateo 7:1-3: “»No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. 2 Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros; y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes. 3 ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?”

Vemos, entonces, cómo si somos maliciosos con los demás, olvidando que nosotros tenemos cosas que desagradan a Dios, entonces, en el juicio, seremos severamente castigados. Aprendamos a ver lo bueno de las demás personas y, así, nuestra alma reposará cada día y tendremos esa paz que solo proviene de Dios. Te invito a orar:

Amado Padre, en el nombre de Jesucristo nos presentamos delante de tu presencia para pedirte, primeramente, perdón si hemos juzgado a nuestros semejantes; sabemos que todos somos imperfectos y que somos pecadores; ayúdanos a no estar pendientes de los malo que las demás personas hacen sino a mirar, cada día, lo bueno en ellos para así sentir esa paz que solo proviene de ti. Amén.