Sanidad del almaMuestra

 Enfermedad del alma tres: gritería

Algo que vemos, hoy, muy comúnmente es personas que irrespetan a los demás y levantan la voz con la finalidad de hacer callar a quienes están con ellos; en otras oportunidades, vemos cómo las personas usan los gritos como una forma de amedrentar y sentirse superiores.

Siempre debemos recordar lo que nos dice la Palabra en Efesios 4:31: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Vemos cómo la gritería contamina también nuestra alma. Algo tan sencillo como no ser capaces de controlar el tono de nuestra voz genera sentimientos contrarios a la voluntad de Dios.

Siempre, debemos recordar el ejemplo de Cristo, recordemos lo que nos dice la Escritura en Isaías 42:2: “No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles”. ¡Que maravilloso es que el Maestro, sin gritar, sin alzar su voz logró ser escuchado por miles de millones de personas y ha cambiado miles de millones de vidas! Si seguimos su ejemplo y somos ecuánimes a la hora de hablar, pidiendo que sea el Espíritu Santo Quien nos ayude, entonces, seremos capaces de hacernos escuchar sin necesidad de gritarle a las demás personas enfermándonos porque no nos escuchan.

Recordemos siempre que cuando hablamos la Verdad, esta tarde o temprano será escuchada e impactará en la vida de los demás. No nos enfermemos, pues, por las personas que no deseamos escuchar sino seamos compasivos y oremos por ellos: 

Amado Padre, en este día, te damos gracias por el maravilloso ejemplo de Jesucristo. Entendemos que es con el poder de tu Santo Espíritu que podemos ser escuchados. Ayúdanos a que cada día demostremos mansedumbre al hablar para que las demás personas sean edificadas con nuestra boca y que nosotros sintamos esa paz que solo Tú puedes dar y que, así, nuestra alma repose en ti, en el nombre de Jesucristo, amén.