La esperanza: un estudio en las EscriturasMuestra
LA ESPERANZA Y EL RECUERDO
Por Janice Harley
“Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!"(Lamentaciones 3:21-23 NVI).
Cuando pienso en la esperanza, a veces me invade la emoción de saber y creer que algo maravilloso va a suceder. No sé cuándo. No sé cómo. Solo tengo una expectativa segura en el fondo de mi alma de que el deseo de mi corazón, plasmado en las oraciones que he elevado cientos de veces, va a ser respondido. Puedo recordar la bondad del Señor en mi vida protegiéndome, proveyéndome, consolándome y guiándome una y otra vez.
En el Libro de Lamentaciones, Jeremías se encuentra en un momento de crisis. Se lamentaba de una tragedia que había provocado Jerusalén. Se encontraba en lo que parecía una situación desesperada. El pueblo se había vuelto contra él y parecía que incluso Dios le había abandonado. Su alivio para la desesperanza fue recordar las cosas buenas que Dios había hecho. Dejó de pensar en sí mismo y comenzó a recordar quién es Dios. Como Jeremías, cuando somos capaces de dejar de centrarnos en nosotras mismas y poner nuestros pensamientos en Dios, nuestra mentalidad se renueva.
Hubo una temporada en mi vida en la que caminé por lo que parecía ser una búsqueda sin esperanza. Durante ocho largos años, intenté concebir un bebé. Anhelaba un bebé. Oré por un bebé. Lloré, rogué y supliqué por un bebé: un hijo. Sufrí un embarazo fallido tras otro, un aborto espontáneo tras otro. Lamenté una pérdida tras otra.
Pero durante ese tiempo, también tenía esperanza... esperanza de que Dios respondería mis oraciones. La esperanza es una expectativa confiada. La esperanza es una seguridad pacífica de que algo que aún no ha sucedido, sucederá. Tenía esperanza porque era capaz de recordar la bondad y fidelidad de mi amoroso Padre.
La esperanza es una expectativa segura que surge de la fe. Mi fe se basaba en recordar mi pasado, meditando sobre la gran fidelidad de Dios. ¿Hubo días difíciles? ¡Sí! ¿Hubo días en los que me pregunté por qué todo el mundo a mi alrededor tenía bebés menos yo? ¡Sí! Sin embargo, tenía fe en un Dios cuya compasión nunca falla, cuya misericordia es nueva cada mañana, y cuyo amor por nosotros no tiene fin.
Sin fe, no hay esperanza. ¡Porque tenía fe en Su gran amor por mí, mi corazón completamente roto no pudo consumirme! Gracias a la esperanza y al recuerdo de lo bondadoso, misericordioso y poderoso que es Dios, pude perseverar y no rendirme hasta tener a mi hijo recién nacido en mis brazos. ¡Oh, cómo nos ama a ti y a mí!
Detente y reflexiona: Medita en las muchas maneras en que Dios te ha mostrado a ti y a tu familia Su fidelidad.
Practica y ora: ¿Necesitas un poco de esperanza de parte del Señor? Lee Lamentaciones 3:17-26, donde encontrarás a alguien entristecido por una situación desesperada, pero que puso su esperanza y confianza en el Señor. Luego, dedica un tiempo a orar por tu situación.
Escrituras
Acerca de este Plan
1 Corintios 13:13 lee: "Ahora, pues, permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el amor es el más importante". La fe, la esperanza y el amor son las tres características que definen a los seguidores de Cristo. A lo largo de las Escrituras, estas tres cualidades se encuentran juntas. Este Plan de 12 días para mujeres explorará la esencia y el poder transformador de la esperanza en Cristo Jesús.
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