[Serie 1 de Juan] Una visión del tribunal celestialMuestra

Arriba y en la dirección correcta

¿Alguna vez te has preguntado cuándo vamos a dejar de pecar? La mala noticia es que todos pecamos. No hay duda al respecto. Pero lo que no queremos hacer, es lo que el apóstol Juan llama «practicar el pecado», lo que significa que debemos evitar el pecado continuo o habitual.

Es posible que nunca nos libremos del pecado en nuestras vidas, pero no queremos terminar una y otra vez en el mismo lugar todos los días. Podemos usar nuestra condición para relacionarnos unos con otros y entender que necesitamos un Salvador, pero también debemos ser capaces de hacer algunos progresos y permitir que la buena enseñanza resulte en una buena vida para que podamos seguir juntos.

Piensa en tus finanzas. ¿Qué quieres que sean tus finanzas? Quieres que tus finanzas se incrementen cada día, ¿no es así? Inviertes un poco aquí y deseas ver algún crecimiento o una mayor tasa de rendimiento con el tiempo. Lo mismo debe suceder en nuestra fe. Nuestra fe impulsa nuestra obediencia hacia adelante a medida que aumenta, así como nuestra obediencia impulsa nuestra fe hacia adelante. Necesitamos que nuestra fe y nuestra obediencia, crezcan al mismo tiempo.

Algunas personas dirían que son bastante obedientes, pero no tienen mucha fe. Estos se llaman fariseos. Son justos y legalistas. Algunas otras personas tienen toda la fe, pero creen que su fe es personal y, por lo tanto, no hacen mucho con ella. La Biblia dice que la fe sin obras está muerta.

No quieres ser un fariseo o alguien con una fe muerta. Queremos ser personas cuya fe haga avanzar nuestra obediencia y cuya obediencia haga avanzar nuestra fe. Comienzo a caminar con Dios cuando, con cada paso de obediencia, doy un paso de fe. Si no sabes si puedes obedecer, simplemente da otro paso de fe y tu obediencia seguirá. Si no sabes si puedes tener suficiente fe, solo toma un paso de obediencia y tu fe seguirá. Van de la mano y se juntan.

Ahora, aquí está la verdad: nadie es perfecto. Subimos y bajamos todos los días. Oramos para que, vayamos más arriba que abajo, ¡en la dirección correcta!