Aceptación: Encuentra Tu LugarMuestra

Jesús es clavado a una cruz

Cuando ellos se llevaban a Jesús, sucedió que un hombre llamado Simón de Cirene, venía del campo. Los soldados lo agarraron, pusieron la cruz sobre él y lo obligaron a cargarla detrás de Jesús. 

Llevaron a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados con Jesús. Cuando llegaron a un lugar llamado «La Calavera», lo clavaron en la cruz y a los criminales también, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz». 

Los principales sacerdotes y los ancianos también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Confió en Dios, entonces, ¡que Dios lo rescate ahora si lo quiere! Pues dijo: «Soy el Hijo de Dios». Uno de los criminales colgados junto a él se burló: «¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo, ¡y a nosotros también!». Pero el otro criminal protestó: «¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo». Luego dijo: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino». Jesús respondió: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Este proceso por el que tuvo que pasar Jesús fue muy duro, doloroso y difícil. Pero siguió firme en lo que debía hacer aquí en la tierra como Hijo de Dios. 

Reflexiona

¿Eres hijo de Dios? ¿Aceptaste lo que Jesús hizo en la cruz por amor a ti? Jesús fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Porque sabía que era la única manera en la que podíamos ser salvos de la esclavitud del pecado, además que abrió la manera en que pudiéramos ser hijos de Dios también. Hizo mucho a nuestro favor y él espera que lo recibas con gozo en tu corazón.