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Patas para arriba

DÍA 10 DE 10

Vasijas vacías

Las vasijas son para contener y llenarse. No lo hacen por sí mismas. Reciben lo que se vierte en ellas. En el principio, toda vasija está vacía. Con nosotros pasa más o menos lo mismo. La medida que recibimos está en proporción directa con nuestro nivel de vacío.

Puede que tú seas uno de los que han llegado al punto en que ya no pueden seguir más; al quebranto, al lugar del vacío. Si es tu caso, estoy seguro de que eso no formaba parte de tu plan. Es que la vida tiene esas cosas que nos vacían, y eso nada tiene que ver con lo que quisiéramos o esperásemos. La vida se lleva a un ser amado. Se lleva una casa; un empleo. Se mete bajo la piel y se lleva nuestra salud y esperanza. En cierto momento, quedamos con las manos llenas de nada, y nos aferramos a eso con los puños cerrados.

Sentimos una oleada de emociones indeseadas: miedo, vulnerabilidad, soledad, ira, resentimiento. Y nuestro estado emocional es el peor: el vacío. No sentimos nada. Nos ha vaciado la vida. Es lo que conocemos como desesperanza.

Pero ¿qué pasaría si ese vacío significa que estamos justo en el lugar en el que Dios quiere que estemos? Porque en esa posición estamos en el lugar donde puede suceder lo más maravilloso que pudiera pasarnos en la vida: el encuentro cercano con un Padre celestial amoroso, que tiene planes profundos y abundantes de bendición para nosotros, como jamás lo hubiéramos imaginado.

Cuando la vida te quita, Dios te da. El ungüento suave del increíble amor de Dios va fluyendo gota tras gota en esa vasija vacía de la vida que parecía destruida. Y allí es donde puede empezar la versión 2.0 de ti.

En cambio, puede que nuestra vasija esté casi desbordante. Podríamos demostrarlo, si miramos nuestras agendas, llenas de actividades y, tal vez, sobrecargadas. El aceite de la buena vida parecería estar desbordando porque no podemos contener todo lo que la vida nos ha dado. Y decimos que todo eso es bueno. La vida es abundante y damos gracias a Dios por eso.

Pero ¿qué pasa, si parte de esa abundancia con que está cargada nuestra vida resulta contraproducente para la parte que le importa a Dios?

No es que esté mal tener un buen empleo, un buen matrimonio y una agenda ocupada. Tan solo me pregunto qué parte de todo eso tiene real significado e importancia, cosas que importen dentro de diez o veinte años, cuando las páginas de esa agenda no sean ya más que polvo que se lleva el viento.

Si repasamos cada una de las páginas de los Evangelios, en medio del remolino de personas, enseñanzas y milagros, encontraremos que en realidad hay una única historia allí: Jesús llena.

Por supuesto que algunos de los personajes que conozcamos se van con las manos vacías. El joven rico, por supuesto, no tenía espacio en medio de todas sus riquezas. Los fariseos escuchaban las enseñanzas de Jesús con atención, pero también ellos estaban demasiado llenos de leyes, rituales e ideas que no podían correrse para hacer lugar. Porque siempre cuesta y duele vaciar, y no todos están dispuestos a hacerlo.

Jesús quiere llenar y lo desea con ansias. Pero para eso hay que hacer lugar.

Cuando Jesús se preparaba para entrar al cielo, les habló a sus seguidores de un suceso que los cambiaría de adentro hacia afuera. El Espíritu Santo entraría en sus vidas. Jesús dijo que seríamos “llenos” del Espíritu. Cuando nos convertimos en seguidores de Él, de inmediato entra en nuestras vidas el Espíritu Santo. Oramos para que nos llene, y eso significa nuestra plena cooperación con Él y en todo lo que quiera hacer a través de nosotros.

Es la presencia de Cristo con nosotros, dondequiera que vayamos. Nos da dones especiales para ministrar; nos aconseja y consuela, y cada día sigue transformándonos cada vez más conforme a la imagen de Cristo.

Y como somos llenos del Espíritu, empezamos a conocer lo que significa tener una vida verdaderamente plena.

Tal vez tengas ese espacio vacío para entregarlo a Dios. O quizá ya conozcas a Cristo, pero no tan de cerca. Quiero repetirlo: la medida en que recibiremos para llenarnos está en proporción directa con nuestro nivel de vacío. Así que no te conformes con una vida llena de ocupaciones. Busca la vida llena de Dios.

Día 9

Acerca de este Plan

Patas para arriba

La vida verdadera está donde ya no hay más yo, allí donde todo parece estar patas para arriba. Deja que Jesús te lleve por ese camino en el que tu yo llegue a su fin. El camino que te lleva directamente a tu verdadera vida en Él.

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Nos gustaría agradecer a Peniel por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://store.peniel.com/es/crecimiento-espiritual/469-patas-para-arriba.html