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Estoy completo en Cristo

Cristo es la plenitud de todas las cosas, todo lo que vemos subsiste en Él y para Él. Su palabra dice que morimos y resucitamos con Cristo y gracias a ello ya no vivimos nosotros, sino que Cristo Jesús vive en nosotros, aquel que se entregó como plenitud de la vida, mora en nosotros, lo tenemos todo por cuanto el amor de Dios puso a su Hijo amado como redentor y pionero de un nuevo y mejorado pacto. 

Si indagamos acerca de la palabra “plenitud”, vemos que significa que una persona ha alcanzado su momento máximo de perfección y desarrollo. La plenitud de Cristo lo ha llenado todo y en todos, somos perfectos puesto que su esencia nos habita y nos ha completado, en el cuerpo de Cristo habita toda su plenitud divina. 

Este regalo es para todo aquel que desee estar en Cristo, porque su Palabra dice que Cristo ya está en nosotros, que Él es el todo y en todos, la diferencia es que algunos han tomado la decisión de estar en Cristo y otros no, pero esto solo se puede dar por convicción, y esta convicción es personal, una comunión intima del Espíritu divino a nuestro espíritu. 

Si vemos la vida del apóstol Pablo, en él solo hubo un cambio cuando el Espíritu de Dios se reveló a su vida, y en aquel día camino a Damasco, tuvo la convicción de que Dios era su Padre y él su hijo; recibió su llamado y entendió que estaba en esta tierra para cumplir el propósito eterno del Amado.

Para que puedas entender mejor que significa estar en Cristo, te invito a meditar y escudriñar en lo siguiente: Y hubo una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Una versión más apegada al griego original dice: En quien me complazco plenamente. Se puede apreciar el sentido de pertenencia del Padre hacia su Hijo. Si vemos la trascendencia del texto, dice claramente que el Padre estaba diciendo: «Yo en mi hijo». 

La plenitud del Hijo nos habita, no está sobre nosotros, y esa es la gran diferencia y lo que da sentido de pertenencia al amor de Dios en nosotros. No es el Padre sobre el hijo, sino en el hijo. Nosotros somos su hijo amado, por cuanto el Padre ya veía todo en nosotros, sino que ya veía lo que somos en Cristo y su naturaleza depositada en nuestras vidas, al ver tan grande perfección tuvo complacencia en nosotros por Jesucristo. No es cuestión solamente de que el Padre este en nosotros, sino que de igual forma nosotros estemos en el Padre. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también me has amado. Esto es estar completos en Cristo. 

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