¿Por qué siempre piensas lo malo?Muestra
¿Cuál es tu perspectiva?
Mateo dice que todo se hará como creemos, lo bueno y malo pasará como pensamos. En Romanos, Pablo dice que Dios nos transforma en personas nuevas al cambiarnos la manera de pensar. La mente es determinante. Neil Anderson en su libro Lo común hecho santo dice que no podemos obligarnos a querer al que nos cae mal ni a amar al que no nos atrae; ese era el problema de los matrimonios del pasado: el papá le traía el marido a su hija y si ella decía «no me gusta», él le respondía «¡de malas!». Es imposible decir «lo amaré, lo amaré», sin embargo, ¡podemos controlar cómo pensar y los sentimientos hacia una persona! Dios le dijo a mi abuelo que se casara con mi abuela y él le dijo «no me gusta». El Señor le respondió algo parecido a un «¡de malas!», pero qué hizo él: ¡cambió su mente y durante más de sesenta años tuvo un matrimonio feliz!
La manera de pensar es la razón por la que muchos matrimonios se terminan. Cuando les preguntamos por qué se divorcian, responden que ya no se quieren, pero si al inicio se amaban, ¡¿cuál es la diferencia?!: cambiaron su manera de pensar acerca del otro. Anderson también dice que no son los sucesos los que determinan cómo nos sentimos, sino la manera en que nuestra mente interpreta esos hechos. Entonces, entre los estímulos externos, lo que nos pasa, y nuestra respuesta, está nuestro cerebro que recibe e interpreta esas situaciones; evalúan los acontecimientos y nuestras emociones son la respuesta a ese análisis, por eso en un día lluvioso alguien dice «¡ay, qué aburrido!», y pone música triste y se sienta a deprimirse; y otro dice «¡uy, qué rico, como para tomarme un chocolate y dormir a lado de mi esposo o esposa!». El mismo suceso visto desde dos perspectivas. Ante la pregunta de por qué reaccionamos de maneras distintas ante el mismo suceso, Anderson dice que la diferencia no está en los factores externos, sino en el programa que tenemos en el cerebro, es decir, en el cómo procesamos los datos que recibimos del mundo. ¡Eso es perspectiva!
Escrituras
Acerca de este Plan
Los malos pensamientos vienen porque asumimos que debemos opinar sobre todo y, en especial, sobre los demás: «pienso...», «me parece...», «creo...». En este devocional veremos que la diferencia entre pensar mal y no hacerlo no está en los factores externos que influyen en nosotros, sino en el programa que tenemos en el cerebro y que determina cómo reaccionamos ante esas circunstancias.
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Nos gustaría agradecer a Andrés Corson de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Si desea saber más sobre estas organizaciones, visite http://www.supresencia.com y http://www.elcentronetwork.com