Panorama de la oración: Pablo a los tesalonicenses, parte 2Muestra

El Señor nos llama a ser santos

Con lo estudiado en la primera parte de esta serie de devocionales, y lo que llevamos hasta aquí de la segunda, deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Es real y aplicable en el tiempo presente, el llamado a una completa santidad? Y la respuesta obvia sería: ¡Claro que sí! Sin embargo, su pertinencia y eficacia, resulta aún más clara, cuando revisamos lo que la Palabra de Dios dice acerca de este maravilloso tema, y la examinamos a la luz de las preguntas, situaciones, circunstancias y desafíos de la actualidad.

El Señor, definitivamente nos llama a ser santos. Pero es de vital importancia comprender este llamado, en el contexto del completo testimonio bíblico de la perfecta intención de Dios para las personas, culturas, y creación; por lo tanto, es necesario examinar este llamado en la secuencia de la historia de la redención. 

Hay una historia que podemos trazar a través de las Escrituras. Si vamos a representar el papel que es el propósito de Dios en este gran drama, debemos ser personas santas. Este es el llamado a conocer a Dios en su plenitud; entrar en la comunión del trino amor, de autosacrificio.

Este es el llamado, la asombrosa y amante invitación a ser «participantes de la naturaleza divina», a conocer a la Santa Deidad (Padre, Hijo, y Espíritu Santo), que por su misericordia nos permite entrar en comunión con Dios.

La santidad, significa ser participantes del carácter de Dios. Esto es lo que Jesús pidió en su oración en Juan capítulo diecisiete: «Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste».

En dicha oración, Jesús, de una manera clara y hermosa; combina el llamado a la santidad, la participación en el amor Trinitario, y la misión en el mundo. Esto es lo que significa la verdadera santidad bíblica, comprendida dentro del precioso llamado de nuestro buen Dios.