Panorama de la oración: Pablo a los tesalonicenses, parte 2Muestra
Santidad en el Antiguo Testamento y nuevo pacto
En el Antiguo Testamento
Todo lo que procede de Dios, es santo, cualquier lugar, cosa, asunto o persona que esté relacionado con Dios, es santo, lo vemos desde el Antiguo Testamento.
La palabra «santo», asociada con el hombre, se usó por primera vez cuando Dios comenzó a tener en la tierra un pueblo, entre el cual Él podía morar, un pueblo, Israel, que podía entrar a su presencia en el Lugar Santísimo del tabernáculo y posteriormente del templo de Jerusalén, construido por Salomón. Todo lo relacionado con lo que Dios había dispuesto en el Antiguo Testamento era santo porque tenía que ver con la unión de Dios y el hombre.
En el nuevo pacto
Hoy en el nuevo pacto, el Espíritu no solo está en nosotros, sino que también se hace uno con nosotros y nos hace uno con Él. Así lo afirma el apóstol Pablo en la primera carta a los corintios, «pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él».
Entonces, ser santo significa primeramente ser apartado para Dios; en segundo lugar, ser dominado por Dios; en tercer lugar, ser dirigido por Dios; en cuarto lugar, ser saturado de Dios; y, en quinto lugar, ser uno con Él.
En la segunda carta a los tesalonicenses, dice: «por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder». El llamamiento de Dios no consiste en llevarnos a los cielos; más bien, consiste en su reino y gloria. Incluye un llamado tridimensional, a la salvación, a la santidad y al servicio.
- Vivimos dignos de su llamado, cuando cumplimos con toda la buena voluntad de su bondad, expresada por vidas transformadas, y que muestran su bondad.
- Vivimos dignos de su llamado, cuando cumplimos la obra de fe con poder, creyendo en Cristo, no mística y ritualmente, sino con entendimiento y certeza, vemos su trabajo hecho en nuestro interior por la gracia.
- Vivimos dignos de su llamado, cuando el nombre de nuestro Señor Jesucristo, es glorificado en nosotros. Entendemos, que esto significa algo más que declarar el nombre de nuestro Señor como una oración mágica, sino como una representación clara de su persona, su palabra, su propósito y su poder.
- Vivimos dignos de su llamado, cuando seamos glorificados en Cristo, cuando solo Él es nuestra fuente de gloria y exaltación; quiénes somos en Cristo, es más importante que lo que somos en cualquier otro asunto de la vida.
Acerca de este Plan
El segundo de una serie de tres, acerca de un estudio sistemático de la oración apostólica, de la segunda carta a los tesalonicenses. En este devocional, vemos a un apóstol preocupado por la manifestación de la santidad, la cual tiene que ver con nuestra posición, y no con nuestra manera de ser; para expresar esa santidad, con la creación, con el prójimo y consigo mismo.
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Queremos agradecer a Basilio Patiño de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información sobre los ministerios, visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com