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Panorama de la oración: Pablo a los tesalonicenses, parte 2

DÍA 1 DE 6

La santidad: no es ausencia de pecado ni completa perfección

Dios nos escogió antes de la fundación del mundo «para que fuésemos santos y sin mancha». ¿Cómo podemos ser santos? ¿Podríamos ser santos si seguimos las normas legalistas de santidad conocidas en cuanto a ropa, maquillaje y cabello? ¡Claro que no! La santidad, es la naturaleza de Dios. Ser santos, consiste en que la naturaleza divina se forje en nosotros. 

Ser santo, supone algo más que una separación. Este es un concepto correcto, sin embargo, solo abarca un aspecto de la santificación, el que tiene que ver con nuestra posición, mas no, el aspecto de ser santificado en nuestra manera de ser, según lo enseña el capítulo seis de la carta a los romanos. 

Definitivamente, Dios nos escogió para que fuésemos santos. Las enseñanzas cristianas modernas han tergiversado el significado de las palabras «santo» y «santidad». Quizás, el entendimiento que usted tiene de la santidad esté afectado por dichas enseñanzas; pero la palabra «santo», tal como se usa en las Escrituras, no concuerda con nuestro concepto natural. Muchos piensan que la santidad, consiste en no tener ningún tipo de pecado. 

Según este concepto, una persona es santa si no peca, idea que es totalmente errónea. La santidad, no equivale a ausencia del pecado ni a la perfección. Ser santo, no solamente significa ser santificado o separado para Dios, sino también ser diferente, distinto, a todo lo común. Solo Dios es diferente y distinto a todo, por tanto, solo Él es santo, su misma naturaleza es la santidad.

Dios nos hace santos impartiéndose a sí mismo, el Santo, en nuestro espíritu, a fin de que todo nuestro ser sea impregnado y saturado de su naturaleza santa. Para que nosotros, los escogidos de Dios, seamos santos, necesitamos participar de la naturaleza divina, como lo expresa el apóstol Pedro en su segunda carta, y permitir que todo nuestro ser sea saturado de Dios mismo. Es diferente a ser inmaculados, infalibles y sin pecado, pues hace que todo nuestro ser sea santo en la naturaleza y el carácter de Dios, tal como es Dios.

Recordemos que solo Dios es santo, y si no estamos unidos con Él, ciertamente no somos santos, sin importar cuán buenos o perfectos seamos. Tal vez no tengamos pecado y seamos perfectos, pero si no estamos fundidos con Dios, no somos santos. En cambio, una vez que nos unimos con Él, llegamos a ser santos de inmediato, Cristo nos da esa posición.

Día 2

Acerca de este Plan

Panorama de la oración: Pablo a los tesalonicenses, parte 2

El segundo de una serie de tres, acerca de un estudio sistemático de la oración apostólica, de la segunda carta a los tesalonicenses. En este devocional, vemos a un apóstol preocupado por la manifestación de la santidad, la cual tiene que ver con nuestra posición, y no con nuestra manera de ser; para expresar esa santidad, con la creación, con el prójimo y consigo mismo. 

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Queremos agradecer a Basilio Patiño de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información sobre los ministerios, visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com