La ley de reino: la ley de darMuestra

Dar medida buena, apretada, remecida y rebosando

Jesús habla del dar de una manera particular, el dar que va más allá de la medida establecida por la ley; en la ley se decía: todo el mundo tiene que dar el diez por ciento como diezmo, y cuando la gente, los fariseos daban el diezmo, decían: ¡qué bien! Soy muy bueno, cumplo muy bien todas las leyes de Dios, me siento muy bien. Jesús le dijo al fariseo: no has compartido de la comida de tu plato.

Jesús dice a sus discípulos: dad y se os dará, medida buena, ¿cuál será la medida buena? La única medida de dar que conocían los judíos, era el diezmo, el diezmo es la buena medida. Jesús dice: den y se les dará, den medida buena, pero Jesús enseña más allá de eso; como siempre lo hacía. 

Porque dice: después de dar una buena medida, que es el diezmo; Jesús se refiere a cuando se vendían los artículos por medidas diferente a la libra. Suponiendo que se medían por un «bote», que tenía ciertas dimensiones, y la persona que vendía tomaba lo que iba a vender y lo ponía a la medida del bote. Jesús dijo: den y se les va a dar, medida buena, es decir que el bote no esté reducido, ni este relleno con algo para disminuir la medida y engañar al comprador; pero den una buena medida, luego dice apretada. Es decir, una vez que lo pones allí, apriétala, y luego la remeses, para que baje, y luego rebosando que quiere decir no lo des a la medida, sino lo vas a dar arriba de la medida, que la sobrepase. Jesús enseña que el diezmo no es la medida del reino; si nuestra fe, nuestro dar no es mayor, entonces nosotros no hemos entendido la realidad del reino.

Todo debe ser en una buena medida, pero nuestra realidad es otra, Jesús dijo: den de esta manera, medida buena, apretada, remecida y rebosando.

El día que Juan Carlos estaba en ese lugar, en Pasadena, yo les aseguro; a menos que exista otra historia que no conocemos; la persona que dio más esa noche en el diezmo, fue Juan Carlos. ¿Por qué? Porque dio todo lo que tenía, o sea la ley decía que Juan Carlos tenía que dar el diez por ciento, pero él ese día dio una medida apretada, remecida y rebosando; y el resultado de esa fe, de ese convencimiento; que estoy seguro que nadie le estuvo predicando acerca de que tenía que hacerlo, sino que él, por la motivación correcta, dio todo lo que tenía, el resultado fue un fruto de abundancia en su provisión, así es como opera la ley del Espíritu en el dar.