La ley de reino: la ley de darMuestra

¿Cómo podemos llegar a ser personas generosas?

Muchos hombres como Abraham, Isaac, Jacob, sin tener una ley, sin tener una obligación, que alguien les dijera tienes que diezmar, comenzaron a caminar en este principio. 

Cuando Dios da la ley a Moisés, entrega parámetros de vida para el pueblo de Dios, en aquel tiempo, y dentro de los parámetros de dar, Dios estableció que ellos debían dar el diez por ciento de todas las cosas que les fueran añadidas. Dios no solamente lo hace para que hubiera una provisión, sino que Dios quería enseñar a sus pueblo, Israel, a ser generosos como es Él. Todas las leyes divinas llevan un propósito, todos los principios de Dios llevan el propósito de trasformar el corazón del hombre, pero nunca entendieron, y lo que hicieron del diezmo fue algo externo, se cuidaban en lo más mínimo de cumplir lo que decía la ley, pero se olvidaron que todo eso tenía el propósito de trasformar su corazón. 

Por eso Jesús le dijo a este fariseo: diezmas todo, pero lo más importante te has olvidado que de ese plato que te cuidas por mantenerlo limpio, no haz compartido a los que tienen necesidad, si tu das el diezmo, cumples con esa norma, pero no es por norma, es mucho más allá el principio de dar, es la trasformación.

¿Cómo podemos llegar a ser personas generosas? ¿Cómo se mide que somos generosos? ¿Será que cuando damos un dólar en una necesidad estamos siendo generosos, o será que dando dos dólares, mil dólares, de esta manera podemos decir que somos generosos? 

Dar un dólar puede ser muy poco, o puede ser mucho; todo depende, y la única manera en que la gente puede ser generosa; no es dando una cantidad fija, sino dando de acuerdo a una medida, ¿quién es más generoso, el que da mil dólares, porque gana diez mil, o el que da cien dólares, porque gana mil? Es por eso que el ser generoso tiene una forma de alcanzarse; no se puede medir con la cantidad de dinero que uno da. 

Hay una manera como se alcanza la generosidad, es dando la mínima medida, el diez por ciento; pero Jesús enseñó como siempre una medida mayor, y Jesús siempre hizo eso, Él dijo: ustedes oyeron que en la ley se dijo: ojo por ojo, diente por diente; es decir la ley expresaba que si una persona le sacaba un ojo a otra persona, entonces el castigo de aquel que sacó el ojo, era también sacarle el ojo, y si una persona le tumbaba de un golpe el diente a su vecino, entonces la consecuencia era que el vecino también tenía que darle un golpe para sacarle el diente que al le sacaron. Pero Jesús les dijo: y yo digo ama a tu enemigo, Él enseñó otras leyes que iban más allá de la ley de Moisés.