Las Victorias De Cristo Para El CreyenteMuestra

Victoria sobre Satanás

Este es el segundo pilar de las victorias de Cristo para el creyente. Cuando Dios creó a Adán y Eva, el hombre estaba en comunión con Dios y bajo su reino o dominio. Satanás provocó el pecado del hombre y a su vez, el pecado provocó la separación del hombre de Dios, la muerte. El pecado entró en el mundo por un hombre, así también la muerte se extendió a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Lo que pasó cuando el hombre pecó es que el hombre pasó de estar bajo el dominio de Dios a estar bajo el dominio de Satanás, como lo expresa Juan en su primera carta. 

Pablo dice en su segunda carta a los Corintios: Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios; es decir están bajo el dominio del enemigo. Eso pasó con el ser humano y con toda persona que no ha aceptado a Cristo como su Salvador y que no es una nueva criatura.

¿Qué sucedió cuando creyó en el evangelio y creyó en Cristo? Dios lo libró de la potestad (autoridad) de las tinieblas y trasladó al reino de su amado Hijo, antes estaba bajo el dominio de todo lo que el enemigo quiere hacer con las personas, y ahora ha sido sacado de allí y trasladado al reino donde Cristo ahora domina su vida y donde Satanás no tiene ningún tipo de autoridad sobre usted. 

Cuando Cristo va a la cruz, con su muerte paga a Dios por el pecado quitando el obstáculo para que usted esté, no solamente en la posición del reino de Jesucristo, sino en comunión con Dios. Él le dio redención por su sangre, el perdón de pecados, quitó así el poder que tenía Satanás sobre usted. 

Como cristiano, dentro del reino, tiene acceso al poder divino para vencer al diablo, es un privilegio que los que no tienen a Cristo no poseen. Pablo dice:  y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero.