Las Victorias De Cristo Para El CreyenteMuestra

Victoria en la lucha espiritual

¿Qué significa la sangre del cordero? No es una mantra ni una frase mágica que uno usa para espantar a los demonios. Las Escrituras, claramente indican que sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecado. La sangre de Cristo es la que hace posible que podamos estar libres de todo pecado. 

Su sangre nos dignificó. Para vencer a Satanás tenemos que tener mentes fuertes y nuestra  fortaleza está en nuestra fe, en las convicciones de las que nos apropiamos.  Vencemos a Satanás por medio de la fe depositada en que la sangre de Cristo en la cruz del Calvario nos limpia de todo pecado. Y somos dignos, no por nuestros propios esfuerzos, sino porque Cristo nos dignificó en la cruz del Calvario. Es una victoria sobre Satanás respecto al pecado en nuestra mente, nuestras convicciones. 

Pablo dijo, que debemos fortalecernos en el poder de su fuerza para estar firmes en las asechanzas del diablo. Sin embargo, veo en la iglesia a muchos hermanos bien intencionados, alabando a Satanás, diciendo es que Satanás es astuto, hablan más de Satanás que de la victoria de Cristo en la cruz, jamás podemos dar crédito a un ser que ha sido vencido en la cruz, ni tampoco podemos por medio de esas alabanzas a Satanás, menospreciar la obra victoriosa de Cristo en la cruz. Nosotros tenemos victoria sobre todas las asechanzas del diablo. 

Es cierto que hay que estar firme contra toda asechanza del diablo, pero hay victoria. Es necesario resistir en el día malo, ¿cuál es ese día malo? El día donde las cosas no nos van bien, donde sentimos los ataques del enemigo. Allí tenemos victoria sobre el día malo, tenemos victoria aún en ese día, ¿por qué? Por la obra que Cristo hizo en la cruz y por el poder que opera en nosotros para derribar cualquier tipo de enseñanza y cualquier tipo del ataque de él. Entonces, cuando todo acabe, estar firmes, para poder apagar todos los dardos de fuego del maligno, nos encontramos luchando con todo tipo de ideas que se nos pasan por la cabeza. Pero somos victoriosos sobre Satanás y sobre cualquier dardo de fuego; esta expresión «dardo de fuego» hace alusión a flechas encendidas, que se lanzaban para incendiar una casa; el enemigo por medio de sus insinuaciones trata de disminuir nuestra fe, pero tenemos victoria sobre la duda, sobre Satanás, sobre cualquier tipo de especulación que quiera hacer; y victoria sobre las tentaciones.

Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó, somos más que vencedores porque ahora en este reino, tenemos acceso a un poder sobrenatural que nos hace vencer a Satanás en cualquier esfera de ataque que él plantee a la vida del creyente. Por lo tanto, no prestamos atención a las acusaciones de Satanás sino a la sangre de Cristo derramada en la cruz. Y cada vez que Satanás saca una acusación, nosotros sacamos tarjeta roja: la sangre de Cristo. Cada vez que viene a nuestra mente una acusación, por medio de un emisario de él, nosotros decimos: la sangre de Cristo.