La gracia triunfante de DiosMuestra
La garantía de la protección divina
También, Cristo garantizó que las puertas del infierno no podían prevalecer contra la iglesia. Esta es la razón por la cual, cuando el apóstol ora, levanta la mirada en adoración por encima de este siglo malo, para ver por fe a la cabeza y preservador de la iglesia sentado a la diestra de Dios. El Cristo Entronado, es quien tiene el poder para proteger a su pueblo en medio de la apostasía.
La garantía de la protección divina, va ligada a la responsabilidad humana de cuidar lo que ha recibido
No es honesto apropiarnos de la promesa implícita en la oración: ¡Al único Dios... que puede guardarlos para que no caigan!, sin haber atendido primero, al mandamiento del versículo 21: manténganse en el amor de Dios. Se puede diferenciar entre los preceptos y las promesas, pero no se deben separar; unos hablan de nuestro deber, las otras son para confortarnos mientras tratamos genuina y sinceramente, de dar cumplimiento a dichos preceptos. Sin embargo, quien es negligente con su deber en el reino, no tiene derecho a ser recompensado por el rey.
Después de describir extensamente el comienzo, curso y final de la apostasía de la iglesia visible, el apóstol entrega a los santos siete exhortaciones breves, que en síntesis, es un llamado a amar a Dios y aborrecer el pecado.
Estas exhortaciones son medios para preservarlos de la apostasía. Muestra la forma en que podían vencer todos los engaños del enemigo, al tener un amor unido a la fe, y permanecer firmes, fieles y fructíferos en la gracia de Dios hasta el final de sus vidas, tal como Pablo lo expresó en 2 de Timoteo 4:6 He acabado la carrera, he peleado la batalla y he guardado la fe.
El uso correcto de preceptos, advertencias y consuelos
Existe un olvido unilateral y no escritural, del estado actual del creyente (o del que profesa ser creyente). Se olvida, que el creyente todavía es una persona que va de camino, que libra una batalla. Que todavía tiene la responsabilidad de negociar con las minas que se le ha confiado tal como Jesús lo pidió en la parábola de las diez minas. Que debe ser fiel a su llamamiento celestial. Ahora bien, hay muchos peligros, senderos laterales, precipicios en la ruta y debemos perseverar hasta el fin, pues, solamente serán coronados los vencedores y los que son fieles hasta la muerte.
Las doctrinas de la elección y la perseverancia, nos fueron dadas como un aliciente para las horas de vacilación y como el íntimo y ulterior secreto del alma en sus tratos con Dios. Por tanto, no es una práctica espiritual, sino carnal, sacar los preceptos y las advertencias de la Palabra, de la ruta común y cotidiana de nuestros deberes y pruebas, para reemplazarlas por las concupiscencias de la carne, pensando que nuestra elección en Cristo da licencia para una vida irresponsable.
Acerca de este Plan
La oración que ahora ocupa nuestra atención, tiene un carácter particularmente cautivante, su belleza y bendición, se ponen de relieve cuando se examina, teniendo en cuenta su sombrío telón de fondo. Esta oración, pone fin a una de las más solemnes epístolas del Nuevo Testamento, y debemos leerla con temor reverente, lo mismo que con gratitud y alabanza.
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Basilio Patiño autor del libro «Oración en el nuevo pacto» Tomos 1, 2 y 3, director de la Red Ministerial Apostólica REMA, en convenio con El Centro Network. Para conocer más sobre los ministerios visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com