La gracia triunfante de DiosMuestra
El himno final a la triunfante gracia de Dios
Consideremos cuatro aspectos en nuestro estudio de esta oración: su trasfondo general; el contexto inmediato; las razones que motivaron a Judas a orar así; y por último, la naturaleza y destinatario de esta oración.
Después de examinar, cómo toda una generación de israelitas murió en el desierto por causa de su incredulidad, Judas se sintió llevado a exclamar con alegría: Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan. Así mismo, contempló con temblor la experiencia de los inmaculados ángeles que cayeron de su primer estado, pero al pensar en el Salvador y protector de su iglesia, prorrumpió en un torrente de adoración.
Judas, halló gran consuelo y seguridad en el hecho bendito, que el Cristo que comienza una obra de gracia en la vida de aquellos que le son dados por el Padre, no la deja hasta perfeccionarla. Judas, sabía que si no fuera por el amor eterno y el infinito poder de Dios, nuestro caso sería semejante al de los ángeles que cayeron. Si no fuera por el Redentor todopoderoso, también tendríamos que entrar en oscuridad eterna y soportar el sufrimiento del fuego que no se apaga. Al comprender esto, Judas no pudo sino bendecir a Aquel, cuya mano protectora cubre a cada uno de los que fueron comprados por su sangre.
El Dios de gracia nos guarda ante la apostasía
Después de mencionar algunos ejemplos terribles de apostasía, es muy probable, que el escritor de esta epístola haya dirigido sus pensamientos a un ejemplo mucho más reciente y conocido. Es muy posible que cuando nuestro Señor envió a los doce, «Judas hijo de Jacobo, y Judas Iscariote el gran apóstata», hayan ido juntos.
No hay lugar a dudas que, al recordar al traidor, Judas exclamó con más énfasis: ¡Al único Dios... que puede guardarlos para que no caigan... sea la gloria... ahora y para siempre! Amén. Probablemente, al recordar que el remordimiento hizo que el traidor se ahorcase; Judas hijo de Jacobo reflexionó en este terrible destino al escribir su epístola.
Pero, Judas no meditó en estas tristes escenas para hundirse en un estado de depresión, sabía que su omnisciente Maestro, había predicho que una creciente marejada de mal, se levantaría para inundar la iglesia visible, y por muy misterioso que semejante fenómeno pudiera ser, la divina providencia tenía sabias razones para ello. Igualmente, sabía que si bien la tempestad rugía aterradora, no había motivos para temer, porque Cristo mismo estaba en la embarcación para conducirla victoriosa a su destino eterno, pues había declarado: «les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo».
Acerca de este Plan
La oración que ahora ocupa nuestra atención, tiene un carácter particularmente cautivante, su belleza y bendición, se ponen de relieve cuando se examina, teniendo en cuenta su sombrío telón de fondo. Esta oración, pone fin a una de las más solemnes epístolas del Nuevo Testamento, y debemos leerla con temor reverente, lo mismo que con gratitud y alabanza.
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Basilio Patiño autor del libro «Oración en el nuevo pacto» Tomos 1, 2 y 3, director de la Red Ministerial Apostólica REMA, en convenio con El Centro Network. Para conocer más sobre los ministerios visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com