La gracia triunfante de DiosMuestra
Los que rehúsan someterse a Cristo como Señor
A través de la pluma de Judas, el Espíritu describió detalladamente esa apostasía o extravío, de una parte de la cristiandad, considerada congregacionalmente. Como Cristo mismo lo había anunciado, la corrupción inicial sería astutamente introducida «mientras dormían».
Judas presenta a los impíos diciendo que «se han infiltrado», esto es, han entrado a escondidas o sigilosamente, y se les describe como hombres que cambian en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor. Es decir, pretendiendo identificar la libre gracia de Dios, creen tener una licencia para pecar libremente. La pervirtieron, al no equilibrar su vida con el otro lado de la moneda, la santidad. Sus mentes perversas, los llevaron a confundir la libertad de la gracia, con el libertinaje carnal.
Aunque profesaban creer en Cristo como Salvador, rehusaron someterse a Él como Señor, pues, eran carnales y sin ley, que manifestaron luego su verdadera naturaleza pecaminosa. Esta situación, evidenció que no eran renacidos ni regenerados, para participar de la naturaleza divina. En vista de esta horrible amenaza, se exhorta a los santos para seguir luchando ardientemente por la fe encomendada una vez por todas a los santos. En este contexto, la fe significa nada menos, que la totalidad del consejo de Dios, que agrupa todo el cuerpo de creencias que los salvados deben militar.
Advertencias
Judas, acentúa la exhortación mencionando como advertencia tres ejemplos terribles del castigo con que Dios visitó, a quienes apostataron en el antiguo pacto.
El primer ejemplo, es el de los hijos de Israel, a quienes Dios sacó de Egipto, pero todavía ansiaban la ollas con carne de donde habían salido. Debido a la incredulidad que mostraron en Cades Barnea, toda una generación fue destruida en el desierto.
El segundo ejemplo, es el de los ángeles que apostataron de su posición privilegiada y que ahora están encarcelados en oscuridad para el juicio del gran día.
El tercer ejemplo, las ciudades de Sodoma y Gomorra, que por su indulgencia en las formas más groseras de lascivia, fueron destruidas por fuego del cielo.
Acerca de este Plan
La oración que ahora ocupa nuestra atención, tiene un carácter particularmente cautivante, su belleza y bendición, se ponen de relieve cuando se examina, teniendo en cuenta su sombrío telón de fondo. Esta oración, pone fin a una de las más solemnes epístolas del Nuevo Testamento, y debemos leerla con temor reverente, lo mismo que con gratitud y alabanza.
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Basilio Patiño autor del libro «Oración en el nuevo pacto» Tomos 1, 2 y 3, director de la Red Ministerial Apostólica REMA, en convenio con El Centro Network. Para conocer más sobre los ministerios visite http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com