¿Cómo agrado a Dios en todo?Muestra

¿Cómo debemos glorificarlo?

Dios es el origen supremo, el supremo poder que sustenta todas las cosas, la meta suprema de todas las cosas. Por tanto, ¡a Él, gloria! A Él pertenece la gloria, y ¡que todos lo alaben! ¿Puede ver y amar la gloria de Dios? Usted fue creado para ella. Algo, en lo profundo de su alma dice: Fui creado para ella, para contemplar la gloria de Dios y para volverme una persona gloriosa, que refleje a Dios. 

El apóstol buscaba la gloria de Dios. ¿Cómo debemos glorificarlo? Lo glorificamos andando en obediencia, haciendo su voluntad, haciendo las cosas que son agradables ante sus ojos, que son parte de nuestra expresión de adoración a Él.  «¡Solo a Dios sea la gloria!» Para aquellos que no conocen a Dios, tal vez es la más tonta de todas las declaraciones. Pero para aquellos que hacen conocer a Dios, a los que son hijos salvados, no es sólo una declaración correcta, es una confesión feliz, inteligente, fiel, ineludible, y altamente deseable. Es nuestra gloria hacerlo. «¡A él sea la gloria por siempre! Amén».

Dios trajo a nuestro Señor Jesús de vuelta de la muerte, es fiel a los compromisos que asumió en el pacto eterno, nos provee de toda la gracia que recibimos, y acepta nuestra pobre obediencia, «por Jesucristo», en quien Dios nos acredita la obediencia de su Hijo, la cual fue competa y perfecta.

Por todo esto, alabemos a Dios como al «Dios de paz». Adoremos también al Mediador, porque es «nuestro Señor Jesús», el que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, porque es «el gran pastor de las ovejas», quien cuida y ministra a su rebaño; porque con su preciosa sangre ratificó el pacto; y porque sus méritos e intercesión hacen posible que nosotros y nuestro servicio sean agradables ante el Dios Eterno. Amén. ¡Que así sea! ¡Que las alabanzas a un Dios redentor y protector, resuenen ahora y por la eternidad! 

Sea esta sublime oración y su inspirador contenido un referente claro para nuestro tiempo de clamor y comunión con nuestro bendito Padre, haciendo de esta experiencia lo más gratificante para nuestro espíritu y reconfortante para nuestra alma.