¿Cómo agrado a Dios en todo?Muestra

Shekináh, la expresión de Dios en el antiguo pacto

Veamos un simbolismo en el viejo pacto, donde se dice que, tan pronto se erigió el tabernáculo, éste se llenó de la gloria de Dios. Dicha gloria llamada «shekináh», era la expresión de Dios. Según este principio, el Cristo Eterno cuando se encarnó, «hizo tabernáculo entre nosotros», vino como el resplandor de la gloria de Dios, lo que significa que ahora Él es la expresión de Dios. A Dios, nadie lo ha visto jamás, pero hemos visto la gloria del Hijo unigénito. 

La gloria de Cristo está mucho más allá del alcance de nuestro presente entendimiento humano. No podemos mirar directamente al sol, sin quedar ciegos y no podemos con nuestros ojos naturales, tener ninguna visión verdadera de Cristo en gloria; solamente el entendimiento que nos viene por medio de la fe, nos da una idea verdadera de la gloria de Cristo y crea en nosotros el deseo, por disfrutarla plenamente en el presente y en la eternidad. No hay ningún placer en la música, para quienes son sordos; ni los colores más bellos dan ningún placer a los ciegos. Del mismo modo, la eternidad no da ningún placer, a las personas que no fueron preparadas para disfrutar por el Espíritu, la gloria de Cristo en esta vida. 

La voluntad de Dios, es que conozcamos el comienzo de la gloria ahora y en el futuro su plenitud. Pero somos capacitados, para recibir el conocimiento de esta gloria por medio de la actividad espiritual de nuestra fe. Nuestro conocimiento presente de la gloria, es nuestra preparación para la gloria futura. La gloria de Cristo, es la única manifestación de Dios para los creyentes; la gloria de Dios, surge desde su naturaleza santa y de las cosas excelentes que hace, pero solo podemos ver esta gloria por medio de mirar a Cristo Jesús, ya que el conocimiento de la gloria verdadera de Cristo, tiene poder, para transformarnos hasta que seamos semejantes a Cristo. 

La gloria especial y los privilegios de Israel consistieron de poseer la revelación de Dios, la Palabra de Dios. «Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus estatutos y sus juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra de las naciones». No obstante, Dios les habló desde las densas nubes, porque no podían comprender la gloria, que posteriormente había de ser conocida por medio de Cristo.