El evangelio, el motivo de mi existenciaMuestra

Cree en la omnipotencia de Dios

La tarea de los predicadores no es motivar a los creyentes apelando a sus emociones, ni estimular su ego, sino inspirar a los creyentes para ser ensanchados en su ser interior. 

Si realmente creyéramos en la omnipotencia de Dios, primero acudiríamos a Él en oración y no como un último recurso después de haber agotado todos nuestros métodos y haber fallado. Nos olvidaríamos de poner nuestra confianza en los ídolos de nuestros días y confiaríamos en Él. Humildemente reconoceríamos que todas las bendiciones que tenemos son un regalo de su gracia y el resultado de la obra de su poder. Nuestras oraciones estarían llenas de alabanza y acciones de gracias, considerando a Dios como la fuente de toda bendición.

Estaríamos llenos de fe y esperanza, sabiendo que ningún plan de Dios puede ser perverso, y que toda promesa que Dios ha hecho, ha sido cumplida en su tiempo y exactamente en la forma en que Él la ha prometido.

Si realmente comprendiéramos el poder de Dios, no le daríamos tanto crédito al diablo. No veríamos tanto como si él y Dios fueran rivales cercanos que han luchado durante siglos. Consideraríamos que Dios es el Creador y el diablo no es más que una criatura. Sabríamos que el poder de Dios es infinito, mientras que el del enemigo es finito. Dios no está luchando con el diablo, con la esperanza de vencerlo; ya es un enemigo vencido, despojado y destruido que no tiene ningún poder legal para dañar a los hijos de Dios, porque todo aquel que es engendrado de Dios, Él le guarda y el maligno no le toca.

Si verdaderamente creyéramos en el poder de Dios, no estaríamos tan reacios a obedecer los principios del reino de Dios, y viviríamos nuestras vidas en una forma mucho más arriesgada y comprometida con su causa eterna.

La preservación de los salvos: «al que puede confirmaros»

El término confirmar, significa: hacer firme y constante, guardar de caer. Dios tiene todo poder y habilidad para establecer a los creyentes en la verdad, ya que nuestra fe está asentada en lo que Dios es, dice y hace. 

Los creyentes que no están bien versados en las verdades expuestas de Romanos, están en terreno peligroso y son susceptibles a muchos errores graves. Pero aquellos creyentes que han entendido la obra doctrinal maestra de Pablo y se han fortalecido en estas grandes verdades fundamentales, difícilmente se mueven o desvían del sólido fundamento sobre el cual se han establecido.