El evangelio, el motivo de mi existenciaMuestra

Dios expresó su gracia en Jesucristo

Dios expresó esa gracia y misericordia al enviar a su Hijo Jesucristo, al morir en la cruz en nuestro lugar y en donde también nosotros fuimos juntamente con Él crucificados. Cuando rendimos nuestras vidas a Cristo, ya no somos controlados por nuestra naturaleza de pecado, sino que somos controlados por el Espíritu. Si confesamos que Jesús es el Señor, y creemos que Él fue levantado de los muertos, somos salvados, nacidos de nuevo.

Necesitamos vivir nuestras vidas como una ofrenda a Dios, como un sacrificio vivo para Él. La adoración a Dios, quien nos salvó, debe ser nuestro más alto deseo. Tal vez la mejor aplicación de Romanos, sería predicar y practicar el versículo 16 del capítulo 1 de Romanos, no avergonzarnos del evangelio, en vez de ello, que todos seamos fieles en proclamarlo.

La porción que nos ocupa es una oración y declaración de fe, hecha en forma de doxología. Está llena de revelaciones. En ella se sintetiza de manera profunda, los principales aspectos de la doctrina de los santos que se plantea en esta carta. Consideremos algunas de las palabras y frases claves de esta extraordinaria oración registrada en Romanos 16:25-27. Encontraremos en esta oración, algunas doctrinas fundamentales de nuestra fe.

El poder de Dios: «al que puede…» 

Nadie que estudie la Palabra seriamente, puede negar el poder de Dios, Él es omnipotente; Él es Todopoderoso. Esta verdad transformó la vida de muchos hombres en el pasado y puede transformar las nuestras. Para afirmar esta grandiosa verdad, quisiera resumir lo que Pablo nos enseña en la carta a los Romanos, acerca del poder de Dios. 

La resurrección de Cristo y consecuentemente la de todo redimido, se realiza a través del poder de Dios. El evangelio es poderoso; el poder de Dios puede salvar y cambiar a los hombres radicalmente. La creación es testigo del poder de Dios. Dios es poderoso para hacer lo que ha prometido. El poder de Dios es capaz de mantenernos como hijos fieles.

Incluso la incredulidad y rebelión del hombre, son usadas por Dios para demostrar su poder. El retraso de Dios en castigar a quienes hacen el mal, no indica su inhabilidad para manejar la situación, sino una manifestación de su intención para demostrar su poder.  Dios tiene el poder de levantarnos. Los santos, son salvados, sostenidos y confortados para la vida y el ministerio, mediante el poder de Dios. Dios tiene el poder de hacernos sus santos.