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Fe, Palabra y OraciónMuestra

Fe, Palabra y Oración

DÍA 4 DE 40

Lea

Cambiaré mi lamento en alabanza

Reflexión:

La historia de Lea a menudo se pasa por alto, y solemos quedarnos con la idea de que su hermana Raquel era la amada de Jacob, la madre de José, mientras que Lea simplemente era la hermana “fea”. Sin embargo, podemos ver que no tuvo una vida fácil. Probablemente, desde joven, la comparaban con su hermana, quien era más hermosa. Imagina cómo se sintió cuando, al salir de su casa para casarse, descubrió que su marido no la había escogido ni la amaba, y ¡sorpresa! Su hermana era la preferida, esta vez compitiendo por el afecto de un marido.

Pero llegamos al versículo 31: “Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos”. Tener hijos era muy importante en esa época, y Dios, al ver el sufrimiento de Lea, le concedió el privilegio de tener un hijo primogénito. Y de esta manera, su vida comenzó a cambiar.

A través de los nombres que les puso a sus hijos, podemos conocer el corazón de Lea. Primero, Rubén: “El Señor ha visto mi aflicción”. Luego, Simeón: “Llegó a oídos del Señor que no soy amada”. En medio de su angustia, Lea clamó al Señor y supo que Él la vio y la escuchó. Más tarde, nació Leví: “Ahora sí me amará mi esposo”. Lea pensaba que la respuesta a su angustia por parte de Dios, que la había escuchado, era que su esposo la amaría por darle hijos. Sin embargo, llegó el cuarto, Judá: “Esta vez alabaré al Señor”. Algo sucedió entre Leví y Judá que cambió el corazón de Lea.

Si leemos el siguiente capítulo, veremos que Jacob no amó más a Lea por sus hijos. Raquel siguió siendo su preferida, y amó más a los hijos que ella le dio. Sin embargo, a pesar de que su situación no cambió, Lea encontró gozo en el Señor. Posteriormente tuvo más hijos, y sus nombres reflejan que Lea ya no se sentía humillada, sino gozosa y afortunada.

Las circunstancias de Lea no cambiaron: su hermana siguió siendo la esposa amada y preferida, y su hijo José recibió la herencia de primogénito. Pero el corazón de Lea sí cambió. Ella encontró un gozo y contentamiento no en ser amada por los demás, sino en Dios. Cuando Lea aprendió a alabar al Señor en vez de esperar que Él cambiara su situación, experimentó un gozo profundo.

En Génesis 49:31, Jacob revela que enterró a Lea con sus antepasados. En la tumba de los patriarcas, Lea fue enterrada con honra junto a Jacob. Y a través de Judá, el hijo cuyo nombre significa “alabanza”, Lea forma parte del linaje de Cristo.

Oración:

Señor, gracias por ser un Dios que me escucha y me ve en mi angustia. Ayúdame a ser como Lea, y alabarte en medio de mis circunstancias y aunque estas no cambien. Gracias porque, a pesar de las dificultades que hay en este mundo, Tú me das gozo y puedo estar confiado de que pasaré una eternidad contigo. En el nombre de Jesús, amén.

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Fe, Palabra y Oración

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