Zaqueo

Siempre hay más

La historia de Zaqueo, siendo recaudador de impuestos en aquella época, nos muestra un hombre rechazado por su propia gente. Para un judío, este puesto representaba una traición a su cultura.

Este hombre era rico y probablemente no le faltaba de nada materialmente, pero había algo dentro de él que sí le faltaba: un hambre profunda por una transformación en su vida. Había escuchado hablar de un tal Jesús, un hombre que podía ser la solución, y fue a Él en busca de saciar esa sed interior.

¿Qué podemos aprender de Zaqueo?

1. Reconocer la necesidad de transformación en tu vida.

Zaqueo había oído hablar de Jesús, quien había sanado a ciegos cerca de Jericó, la ciudad donde él vivía. A pesar de tener todas las comodidades materiales, él entendió que no podía seguir así. No se conformó con su situación.

El conformismo trae estancamiento, y Zaqueo sabía esto. Por eso, dio un paso de fe: se subió a un árbol para poder llegar a Jesús.

¿Y tú? ¿Estás satisfecho con tu estado actual o hay algo que necesitas cambiar? Tal vez haya algún “árbol” que necesites escalar para ver cómo Jesús se mueve en tu vida. Jesús nos invita a cambiar nuestra manera de vivir y actuar, dejando atrás la pasividad y anhelando más de Él (Romanos 12:2-3).

2. Romper con los obstáculos

Zaqueo tenía muchas dificultades para ver a Jesús: era de baja estatura y había una gran multitud entre él y el Salvador. Sin embargo, su actitud llamó la atención de Jesús. A pesar de los obstáculos —la multitud, su baja estatura, el miedo al qué dirán— Zaqueo persistió en su objetivo: ver a Jesús. Su deseo por un encuentro personal con Él fue más fuerte que cualquier barrera, porque entendió que un instante en Su presencia podría cambiar su vida para siempre.

Nuestra hambre por Dios se vuelve irresistible para Jesús.
¿Y tú? ¿cuánta hambre estás teniendo? ¿cuáles son esas “limitaciones” que el enemigo te está poniendo para intimidarte? Jesús está deseando encontrarse contigo hoy.

Revisa qué son aquellas cosas de este mundo que están saciándote y drenando tu hambre por Él (no necesariamente son pecados, pero necesitas dedicarle menos tiempo para darle más a buscar de Cristo), pues no podemos servir a dos señores, uno siempre estará por encima del otro (Mateo 6:24).

Algunas distracciones pueden ser las redes sociales, el ocio, las preocupaciones, el materialismo o, incluso, pecados ocultos.

3. Un milagro para tu vida.

Zaqueo consiguió abrirse camino para que la salvación llegara a su vida y su hogar. Sin embargo, su respuesta tras recibir el milagro fue aún más significativa. Devolvió todo lo que había robado y reparó el daño que había causado, como muestra de su arrepentimiento.

En Santiago 2:18 leemos: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Si decimos que Jesús ha entrado a nuestra vida y nuestra casa, debe haber un cambio visible, un fruto que evidencie que esto realmente ha sucedido.

¿Habrá alguien a quien debas restituir o pedir perdón por el daño que hayas hecho?

Oración:

Jesús, Tú conoces mi historia, sabes todo aquello que me causa dudas, conoces mi corazón y que quiero volver a estar cerca de Ti. He decidido que no quiero conformarme con el estado actual de las cosas, quiero hacer Tu voluntad. Muéstrame qué cosas me quitan el hambre por conocerte más, cuáles son aquellas cosas que están saciando mis deseos, que me roban el deseo de más de ti. Me arrepiento y vuelvo a Ti. Gracias por venir a mi encuentro. Amén.