Debemos estar juntos

Por Danny Saavedra, pastor

“Todos vosotros sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús. Y si pertenecéis a Cristo, sois la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”.(Gálatas 3:26–29 NVI)

Queridos amigos y compañeros cristianos, “todos vosotros sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús”. Es muy fuerte. Es que, además, es más que una adopción.

Cuando recibimos a Jesús, nacemos en la familia de Dios como hijos legítimos,verdaderos herederos, unidos por sangre… ¡la sangre de Jesús! Romanos 8:17 (NVI) dice: “Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria”.

El apóstol dice que Dios nos ama tanto que envió a Jesús para que nosotros pudiéramos formar parte de su familia como sus hijos legítimos. Es por eso que nuestras divisiones humanas no significan nada. Hombre o mujer, judío o gentil, blanco o negro, de derechas o de izquierdas, rico o pobre, poderoso u oprimido… nada de esto debe importar entre hermanos.

Como familia, la forma en que el mundo trata de ponernos en distintas categorías y dividirnos no debería influenciar la forma en que percibimos nuestra propia posición ante Dios o cómo vemos a los demás. En Cristo somos una familia, ¡compartimos la misma sangre, y recibimos la misma promesa!

Tristemente el enemigo ha engañado a las personas, haciéndoles creer que las diferencias mundanas hacen a una persona superior a otra. Esto no es cierto. El tono de mi piel, mi salario, nacionalidad, afiliación política, equipo deportivo favorito, preferencias alimenticias, nivel de educación, preferencias musicales, etc. no le importan a Dios. La realidad es que todos somos hechos a su imagen y semejanza, todos somos criaturas caídas pecadoras por naturaleza, y todos necesitamos un Salvador para estar bien con Dios y ver su imagen y semenjanza restauradas completamente en nosotros.

Y como vemos en Tito 3:5–7 (RVR1960), lo tenemos solo porque Él “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”.

Oro para que nunca permitamos que las diferencias humanas dividan a los hermanos en Cristo, y que no impida que nos amemos y compartamos el evangelio con alguien a quien Dios quiere traer a formar parte de su familia. Ruego que la unidad del Evangelio penetre en nuestras vidas como individuos y como Iglesia, para que podamos caminar en unidad como los que deben estar juntos.

Pausa: ¿Qué significa estar revestido de Cristo?

Practica: El prejuicio nos impacta a todos y sigue arruinando las vidas de muchas personas. Hay muchos oprimidos, alienados, maltratados y odiados alrededor del mundo simplemente porque son diferentes, y en el esquema global, tanto de la eternidad como de la vida terrenal, esas diferencias no son importantes. Ora por los que sufren por el prejuicio. Ora para que el Señor elimine todo prejuicio de tu corazón. Ora para que Él te use para ayudar y traer sanidad y unidad en el cuerpo de Cristo y en el mundo como su mensajero de reconciliación.

Ora: Padre, hoy te pido unidad en el cuerpo de Cristo. Oro para que recordemos que somos tuyos, que te pertenecemos a ti y los unos a los otros, y que podamos ver los intereses de los demás y caminar en humildad mientras nos revestimos de Cristo. También te pido que recordemos y experimentemos por completo “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmos 133:1 NVI). Amén.