Hecho para esto: un estudio sobre identidad, pertenencia y propósitoMuestra
Amor recíproco
Por Lisa Supp
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.—Mateo 22:36–39 (RVR1960)
A menudo determinamos el propósito de la vida en términos de medidas: una medida de éxito o de ganancia personal; una medida de utilidad o de superación personal. Lo que alimenta el valor que tenemos es en lo que nos convertimos, lo que logramos, o lo que hacemos en lo personal, en la familia o en el trabajo.
Como cristianos tenemos un deseo más profundo de conocer el propósito de Dios para nuestras vidas. Si bien es tentador medir nuestro valor por lo que logramos, Dios le da mayor valor y propósito a una sola palabra: AMOR.
Si el amor es el centro de nuestro propósito, ¿cómo debería ser? Soy de la opinión de que a la hora de analizar algo que Dios nos pide nuestro estándar debe ser Jesús. ¿Cómo cumplió Jesús el propósito de Dios en este lado de la eternidad? ¿Cómo amó a nuestro Padre y a los demás? Lo que descubrimos es la reciprocidad del amor.
En Juan 5:30 (RVR1960), Jesús demuestra cómo amar al decir: “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”. Podemos buscar la voluntad de Dios para superar obstáculos o dificultades, y, siendo realistas, a veces el amor también tiene sus propios obstáculos y dificultades. Aun así, Jesús oró para que fuéramos uno con Dios, tal como lo es Él (Juan 17:21). Con nuestra fe en Jesús, estamos arraigados y establecidos en el amor (Efesios 3:17). Si buscamos su voluntad para poder amar, Dios lo hace posible.
Pablo también señala el camino de Jesús en el amor. Efesios 4 termina con lo que debemos hacer para agradar a Dios. En el capítulo 5, Pablo nos presenta un método condensado: caminar en amor. Imita el amor que Dios tiene por ti, observa el gran amor que Jesús tiene por nosotros y refléjalo para con los demás (Efesios 5: 1–2).
La que podría ser la idea más intimidante de cómo amar se encuentra en Mateo: Jesús nos presenta el desafío de hacer un esfuerzo adicional para amar a nuestros enemigos (Mateo 5:38–48). Al final, Él nos llama a ser perfectos, así como nuestro Padre es perfecto. Como escribe Oswald Chambers, debemos mostrar a los demás lo que Dios nos ha mostrado, e identificarnos deliberadamente con el interés de Dios por los demás. Amarnos unos a otros como Jesús nos ama refleja lo que significa el verdadero discipulado (Juan 13:34–35).
Mirando el enfoque de Jesús vemos que el amor es recíproco. Al mostrar amor a otros, le mostramos a Dios que lo amamos, que cumplimos su voluntad imitándolo y demostrando su inmenso amor a los demás. Es una camino que debemos seguir día a día hasta que finalmente nos unamos a la plena estatura de Jesucristo (Efesios 4:13).
Pausa: ¿Cómo mides tu valor a los ojos de Dios? ¿Dónde entra en juego el amor?
Practica: Si mostrar amor o sentir amor te resulta difícil, pídele a Dios que cambie tu corazón. Ora para amarlo más a Él y a los demás. Usa este amor para hablar a los demás acerca del evangelio de Jesús (Marcos 16:15).
Ora: Padre, sé que es tu voluntad y tu deseo que te ame a ti y a los demás. En las áreas donde fallo, agita y cambia mi corazón. Quiero amarte más. Recuérdame el amor inmenso que tienes por mí para que pueda extenderlo a los demás libremente y con gozo. Amén.
Escritura
Acerca de este Plan
¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde pertenezco? ¿Cuál es mi propósito? Si alguna vez te has planteado preguntas profundas como estas, no estás solo. En el fondo, todos sentimos que hay algo más en esta vida, que fuimos creados para algo más. En este estudio de 15 días, descubriremos quiénes debemos ser, dónde podemos encontrar un verdadero sentido de pertenencia y aceptación, y el propósito con el que Dios nos creó.
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