Más valiente: Una mirada a la fe intrépida de personas imperfectasMuestra
Día 5: Natán
¿Recuerdas al David de ayer? Era un gran tipo. Excepto cuando no lo fue. David hizo muchas cosas admirables, como aceptar la decisión de Dios de hacerlo rey y esperar pacientemente para serlo (esperó que el reinado de Saúl terminara en lugar de tomar el trono a la fuerza antes del tiempo de Dios). Pero David también cometió graves errores. El más notable fue cuando cometió adulterio con la esposa de otro hombre y después mandó a matar al esposo en batalla; básicamente cometió asesinato para ocultar su pecado. Pero David, para ese entonces ya era rey, así que ¿quién le pediría cuentas? ¿Quién sería capaz de acusar a un rey de asesinato y no morir por ello?
Aquí entra Natán, el profeta. Como profeta, la misión de Natán era hablar con las personas en nombre de Dios. Pero Natán también era humano. Si lees más adelante en los libros de Reyes y Crónicas, hablar en nombre de Dios no garantizaba que los reyes no intentaran matarte si no les gustaba lo que Dios les decía a través tuyo. Así que Natán estaba en una situación difícil, pero obedeció a Dios con valentía y fue a confrontar a David a pesar de todo. Sin embargo, la forma en que Natán confrontó a David sólo puede ser descrita como brillante (y probablemente vino directo de Dios). Natán sabía que David se enojaría (después de todo, ¿quién no se enoja cuando se le amonesta?), pero Natán encontró una manera de dirigir el enojo de David hacia su propio pecado de manera muy ingeniosa. Natán le contó una historia a David, la que lees en el pasaje de hoy. David se enojó tanto contra el hombre rico por cómo trató al hombre pobre que ordenó que mataran al hombre rico. Y entonces vino el golpe final de Natán: “Tú eres ese hombre”.
Imagina cómo debe haberse sentido Natán, cuántas veces habrá practicado la historia, e imaginado cómo terminaría. Debió haber estado nervioso, si no es que completamente aterrorizado. Y cuando llegó el momento ¿dudó? ¿Respiró profundo? Todo lo que sabemos es que lo dijo. Confrontó a David, sin importar su puesto ni cuál sería su reacción. Afortunadamente para Natán, y para honra de David, este confesó.
El tono cambió en ese momento. La respuesta de Natán a la humildad, apropiación y confesión de David fue la compasión. Natán simplemente le estaba dando la noticia de la respuesta de Dios a David, pero se aseguró de recordarle a David después de que confesara y se arrepintiera: “Dios ya ha quitado tu pecado”. David todavía tenía que vivir con las consecuencias de sus acciones, pero su culpa había sido perdonada por Dios. Así que sea cual sea el lado en el que te encuentres—ser llamado o tener que llamar a alguien—puedes pararte con valentía para enfrentar el miedo o enfrentar las consecuencias porque “Dios ya ha quitado tu pecado”.
Preguntas para reflexión/discusión:
1. ¿Alguna vez has tenido que confrontar a un amigo por el daño que le han hecho a otra persona? ¿Cómo lo hiciste? ¿Cuál fue el resultado? ¿Lo harías de otra manera en el futuro?
2. Lee Proverbios 25:15 de nuevo. ¿Qué dice ese versículo sobre cómo tener conversaciones difíciles?
3. ¿Alguna vez has respondido mal cuando te han señalado algún defecto? ¿Cómo puedes mostrar más valentía y tomar responsabilidad la próxima vez?
Escritura
Acerca de este Plan
La valentía no necesita ser grandiosa y exhibida para que todos la vean; es simplemente el acto de llevar todo lo que tienes a Jesús y confiarle el resultado. Ven y viaja en una aventura de siete días viendo la fe valiente de personas imperfectas.
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