Yo elijoMuestra

Elijo rendirme antes que controlar (Parte 2)

“¡Vais en dirección contraria!”, nos gritaba histérica nuestra hija de dos años a mi marido y a mí desde la parte trasera del todoterreno.

Este ataque en particular fue acompañado de lágrimas explosivas, una gama de voces imponentes, y una espalda contorsionada que daría al Arco de San Luis mucho que desear. Aunque nuestro vehículo apuntaba en la dirección exacta en la ruta exacta que siempre tomábamos para volver a casa, ella sabía que el GPS nos había fallado.

Error de novato.

Pero espera. Yo hago eso. Yo digo: “Oye Dios, sé que tú creaste el mundo, existes fuera del tiempo y eres insondablemente más sabio de lo que cualquiera podría imaginar, pero solo quiero avisarte. ¡Vas por el camino equivocado!”.

Nos gusta el control, ¿no? Se siente bien tomar las decisiones, conducir el coche, sostener el micrófono, dominar el control remoto y planificar un itinerario sin desvíos para nuestras vidas. Pero cuando constantemente intentamos forzar o manipular nuestras propias agendas, perdemos el camino de Dios. Sólo cuando le damos pleno acceso, cuando le entregamos nuestros mapas hechos por nosotros mismos, podremos viajar con confianza en su voluntad.

Jesús oró: “Hágase tu voluntad”, justo antes de su crucifixión; y nuestros corazones, palabras y vidas deben continuar su oración.

No podemos microgestionar a Dios, pero podemos confiar en Él. Podemos contar con su soberanía, especialmente cuando no lo entendemos completamente. Podemos abandonar nuestros tronos y confiar en que el Rey de todos los reyes es digno. Y podemos ceder a su guía, sabiendo que Él solo nos guía en la dirección correcta.

Todos podemos elegir. Las opciones son confiar en nuestra propia comprensión parcial o rendirse ante quien tiene el mapa.

Ora: Jesús, Tú eres mi guía. Elijo confiar plenamente en Ti. Le pediste al Padre que se hiciera su voluntad; guíame a vivir de esa manera.

Jenn Jewell, esposa de un trabajador de Life.Church y madre de dos hijos