A prueba de tormentasMuestra

A medida que sigamos observando la vida de Job, su verdadero corazón será revelado por las mismas palabras que pronuncie. Dios ha permitido que Satanás despoje a Job de sus diez hijos, sus riquezas y su salud. El enemigo, el que deambula por el planeta Tierra buscando devorar a la gente, ha despojado a Job de todo lo que consideraba precioso, de todo lo que tenía algún significado para él y de todo lo que había logrado. Sin embargo, cuando se analiza la vida de Job hasta su esencia, observaremos a un hombre de valor infinito y oro puro. Aunque el yo exterior de Job está cubierto de feos y crujientes forúnculos, su yo interior refleja una persona que está profundamente en paz con Dios. 

En cada una de nuestras vidas, llega un momento decisivo en el que debemos decidir que, sin importar lo que suceda, sin importar cómo nos traten los demás, sin importar cuán desesperadamente difíciles puedan llegar a ser nuestras circunstancias, confiaremos en Dios. Generalmente, es durante una tormenta en la vida cuando esta decisión se prueba y se refina. 

Job había tomado esta resolución años antes, pero fue durante la parte más violenta de su vida cuando declaró de manera audible y enfática su sistema de creencias interno: Aunque Él me mate, en Él esperaré. (Job 13:15) 

¿Has tomado esa determinación en tu vida? ¿O has cedido emocionalmente a la violencia y la agitación de la tormenta? 

Las tormentas de la vida tienen la capacidad oculta de revelar la fuerza de nuestro carácter y el verdadero sistema de creencias de nuestro corazón. Se descubrió que el carácter de Job era de oro puro; su fe se mantuvo radiante y fuerte en la calamitosa tormenta.

Como creyentes en Dios, nuestro dilema es real y válido: estamos lidiando con tormentas que ponen patas arriba todo en nuestra vida, y estamos desconcertados por ellas. Al mismo tiempo, tenemos un anhelo apasionado, casi desesperado, por el Dios que hace que todo esté bien, pero no podemos entender cómo está obrando en nuestras vidas. Y así, en fe y en amor, continuamos orando por encima del viento, adorando bajo el aguacero y postrándonos en medio de la devastación que ha creado la tormenta. Y nos apoyamos, nos apoyamos en su gran misericordia y no en nuestro propio entendimiento.