Una vida de intimidad con DiosSample

Anfitriones de Su presencia

“Icabod... La gloria se ha ido de Israel...”, 1º Samuel 4:21-22 (NTV).

En el Antiguo Testamento Dios ‘vivía’ en el arca. Debido a la irreverencia manifiesta y la conducta malvada de la casa de Elí, Dios mostró su desagrado marchándose con su presencia. ¡A causa del pecado Dios fue ‘movido’ de su lugar!

Después del periplo que describe 1º Samuel 6:1 a 7:2, el arca terminó en casa de Abinadab. Allí permaneció por más de veinte años hasta que David decidió llevarla a Jerusalén, 1º Crónicas 13:3.

Al fiel estilo pagano, David colocó el arca sobre un carro nuevo tirado por bueyes cuando debía hacerlo a hombro de los coatitas, (Números 7:9). De repente, su alegría se convirtió en luto (1º Crónicas 13:11). La intención de David era buena, pero el método era errado.

Nosotros también cometemos la insolencia de utilizar formas equivocadas para atraer la presencia de Dios. Años atrás decidimos enfocar los cultos hacia los no creyentes, pues circulaba una ‘moda’ de que estos servicios atraían a nuevas personas. Acortamos la duración de las reuniones y predicamos mensajes positivos que no ‘incomodaran’ a los asistentes. Como te imaginarás, la santidad en el sexo, la obediencia en los diezmos y la honradez en el trabajo estuvieron ausentes del púlpito. Lo intentamos todo sin darnos cuenta que eran estrategias humanas para convencer a los oyentes de los ‘beneficios’ de la iglesia. Éramos sinceros en nuestro deseo de crecer, pero estábamos sinceramente equivocados. Los cultos se deben celebrar para Dios, no para agradar, divertir o entretener a la gente. Buscábamos atraer a las personas en lugar de atraer la presencia de Dios.

Cuando tú tengas a Dios no tendrás que preocuparte por algo más, Juan 12:32. Nada puede reemplazar a Dios en nuestros cultos y en nuestra vida. El mejor regalo que le puedes hacer a Dios es buscarlo de todo corazón, cada día, por el resto de la vida.

“Amado Señor, quiero quitar toda irreverencia y transformarme en anfitrión de tu presencia. Ayúdame a limpiar mi vida, mi casa y la iglesia de cualquier objeto, influencia o sistema de pensamiento que te de-shonre. Tú eres el centro y nadie más. Decido buscarte de todo corazón y me apoyo para esto en tu promesa: “...yo sé los planes que tengo para ustedes... Son planes para lo bueno..., para darles un futuro y una esperanza. En esos días... Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Sí, me encontrarán, dice el SEÑOR...” (Jeremías 29:11-14, NTV). ¡Que así sea! Amén.