«Mis Preguntas, Sus Respuestas»Muestra
«Mis preguntas, sus respuestas»
Hace un tiempo, me invadía un gran desánimo y me encontraba con la dificultad de poder discernir qué era lo que me estaba pasando. Estaba en medio de una carrera por alcanzar todo tipo de logros, muchos de los cuales eran por «default cultural». Esa situación, me sumergió en un desierto tan extenso como el mismo desánimo. En esa época entendí que si no tenía tiempo para orar, tendría que inventarlo. De algún modo, ¡el Señor tenía que decirme por qué estaba pasando por ésta situación!
Después de haber pasado tantos desiertos en mi vida, de haber aprendido que Dios ama al dador alegre, de haberme deleitado en Él, de haber disfrutado la alegría de servir y dar la vida por el ser amado, y de haber experimentado que el gozo en Él es mi fortaleza, me preguntaba: ¿por qué había perdido el deseo y nada parecía motivarme?, ¿qué estaba pasando?, ¿qué estaba haciendo mal? A veces el equívoco opera por debajo de la conciencia: me esforzaba por ser el hijo que Él esperaba, pero algo no estaba resultando, algo estaba saliendo mal… ¡Tenía que saber de qué se trataba!
Mi comunión con Dios comenzó a intensificarse, tal vez impulsada por una herida que buscaba alivio. Los espacios de silencio comenzaron a ser un refugio en la búsqueda de una respuesta. Noche tras noche, madrugada tras madrugada, volvía la pregunta: «¿Señor, de qué se trata esto? De pronto, en lo que parecía ser una noche más, su voz llegó: «Hijo, estoy construyendo mi iglesia, pero no la que tú ves...»
«¡Por fin, Señor!», pensé. Pero, ¿qué clase de respuesta era esa?, ¿qué tenía que ver con lo que le había preguntado? Si aquel era un mensaje para mí, la realidad es que no venía para aliviarme... «¿Qué pasa, Señor, no soy aprobado?, ¿no hago lo que esperas de mí?, ¿no alegro tu corazón?, ¿en qué momento me alejé de tu propósito?»
La respuesta fue un poco más amplia y esclarecedora: «Estoy construyendo mi iglesia con personas que no necesitan prosperidad, aplauso, reconocimiento, posición; no necesitan ser tomadas en cuenta o recompensadas para vivir la vida que Yo diseñé para ellas. Edifico mi iglesia, con gente que se da a sí misma sin esperar otra recompensa que no sea a Mí mismo, que ofrece la otra mejilla, que perdona a quien no lo merece, que ama con el amor con que yo los amé». Y el Señor prosiguió: «Hijo, el deseo de realización personal es veneno para el corazón de mis hijos. Yo no los llamé al éxito, sino a serme fieles, y a dar la vida por los demás, tal como lo hizo mi Hijo por ellos.
Escrituras
Acerca de este Plan
Una mirada del autor de este devocional, a la cruz de Cristo, lo lleva a sentir vergüenza por la condición de la iglesia. Esta confrontación, desencadena en él una serie de preguntas, a las cuales, la respuesta del Señor no se hace esperar, lo despierta y reta a una nueva realidad.
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Nos gustaría agradecer a Fabián Liendo en convenio con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: http://www.elcentronetwork.com y http://www.facebook.com/Kyosko