Conversaciones con DiosMuestra

El Señor nos pastorea con Su voz y nosotros le respondemos con la nuestra. ¿No es lógico que el que se llama a Sí mismo la Palabra esté comunicando siempre? ¿Y que a Él, que nos creó para estar en comunión con Él, se sacrificó para que pudiéramos volver a Él y sabe lo que diremos antes de decirlo, le guste escuchar nuestra voz? 

Afortunadamente, la más significativa de todas las conversaciones nunca se basa en nuestra bondad, nuestros logros o la calidad de nuestras preguntas. El privilegio de escuchar y ser escuchado se basa únicamente en el sacrificio de Jesús. 

La conversación comienza cuando el Señor nos alcanza. Dios es amor y Su amor es precursor de relación. Nuestra responsabilidad es reconocer Su voz y responderle. Entonces Él responde fielmente. En el interludio disfrutamos de Su presencia, obedecemos y confiamos. Creo que esta conversación es a lo que Pablo nos animaba cuando dijo "orar continuamente". O bien escuchamos al Señor o le expresamos algo y esperamos con anticipación Su respuesta. Este es el deber y la alegría de nuestras vidas. Finalmente, encontramos que no podemos vivir sin el Señor de la conversación. Simplemente debemos orar.

La oración es indispensable, edificante y fortalecedora. Nuestra conversación con Dios introduce sabiduría y lega paz. Cuando no sabemos cómo proceder, la oración es el siguiente paso razonable. Es un alivio. Es fácil. Es descanso. 

Hablar y escuchar a Dios es la respuesta natural a nuestra necesidad de tener comunión con Él, en este momento. Al igual que las conversaciones sinceras de Tevya con Dios en Violinista en el tejadohablamos y escuchamos durante todo el día. El Señor siempre está llamando y esperando que nuestro enfoque cambie. A menudo me he preguntado por qué nos lleva tanto tiempo apoyarnos en la relación. Cuando giramos, allí estamos en medio de Él: la Respuesta.