Callos en El CorazónEjemplo

¿Quieres ser sana?

Muchas de nosotras vivimos con el corazón lleno de callos, algunos quizás más visibles que otros, pero todos llevamos esos callos en nuestro interior.

Pasamos por decepciones, heridas profundas y experiencias difíciles. Con el tiempo, nos acostumbramos al dolor. Nos volvemos insensibles, paralizadas por el temor, cerradas al amor y a las conexiones auténticas. La pregunta aquí es, ¿quieres ser sana?

En cierta ocasión Jesús se encontró con un hombre que estuvo enfermo por 38 años, acostado junto al estanque de Bethesda. Dicho lugar era conocido por sus aguas aparentemente curativas que de vez en cuando se agitaban, y se creía que el primero en entrar en el agua luego de que se agitara sería sano. A veces, como aquel hombre enfermo, estamos enfermas al lado de un estanque emocional esperando que las circunstancias que nos rodean cambien, que las heridas simplemente desaparezcan, pero no estamos dispuestas a recibir ayuda.

Toda sanidad empieza con reconocer que tenemos una herida y que necesitamos ayuda. La pregunta que Jesús le hace a este hombre trasciende lo obvio, porque Jesús no solo se refiere a una sanidad física, sino que también apunta a la voluntad de aquel hombre para cambiar su vida completamente y, por ende, asumir la responsabilidad de aquella sanidad como también de su futuro.

Sanar los callos del corazón implica estar dispuestas a los cambios.

A medida que nos protegemos del dolor, podemos cerrar nuestro corazón a Dios como también a los demás. Sin embargo, Dios nos recuerda que Él es capaz de renovar y transformar nuestro corazón endurecido en uno nuevo, sensible y libre del temor. Este nuevo corazón es uno capaz de sentir y responder en amor, además, nos promete poner su Espíritu en nosotras, quien nos guía en nuestro propósito. Quizás tengas un poco de miedo a los cambios, pero recuerda que, el perfecto amor echa fuera el temor. Jesús es quien venda nuestras heridas. Cuando dejamos que Él haga lo que tenga y quiera hacer en nosotras, no solo sana nuestro corazón, sino que también nos hace capaces de amar y conectar de forma auténtica con los demás.

La sanidad comienza al reconocer nuestras heridas y al estar dispuestas a cambiar. Tal como Jesús preguntó al hombre en Bethesda si quería ser sano, también nos desafía a nosotras a querer y buscar esa sanidad. Dios puede y quiere transformar nuestros corazones endurecidos en corazones nuevos, sensibles, libres del temor, capaces de amar y conectar auténticamente con los demás. Es tiempo de que confiemos en su poder y permitamos que su amor perfecto erradique todo temor, guiándonos a una vida plena y restaurada.

Reflexiona: ¿En qué áreas de tu vida estás protegiendo tu corazón con callos y cómo puedes permitir que Dios comience a sanarlas y transformarlas?