Naturaleza renovada.

Ayer vimos la forma en que el Profeta Isaías le añade realidades al milenio de los santos.

Para continuar sobre la misma línea, vamos a leer sobre un periodo profético que nos comprueba que no tiene nada que ver con nuestro momento actual.

Es decir, nuestro Señor Jesucristo gobierna a la diestra del Padre sin embargo hay una renovación pendiente.

Tenemos al heredero del trono como «un estandarte de salvación para el mundo entero», luego «las naciones se reunirán» junto con él y muy importante, «la tierra donde vive» será un lugar glorioso. Esto no sólo apunta hacia el milenio sino también al Edén.

También nos relata que «el Señor extenderá su mano por segunda vez» pero antes de que ocurra eso tiene que suceder algo que nos conecta con nuestro origen.

¿La naturaleza tendrá tal renovación que animales y seres humanos coexistiran en paz? No más redes para pescar ni escopetas para cazar [v.6].

No sé si ustedes, pero para mí esto sí que sería el Paraíso.

Entonces cuando creas un puente (sacerdocio) entre los versículos 6 y 11 tenemos una descripción más exacta del milenio.

Un «reino en la tierra» que en tiempo y forma verá el cumplimiento de las promesas de Dios.

Un tiempo en el que no habrá más celo por la tierra santa [v13].

Pero sobre todo «no habrá nada que destruya o haga daño» pues «la tierra» estará llena de gente «que conocerá al SEÑOR» (con mayúsculas, es decir Dios).

Entonces el reino será en la tierra y el milenio se estará preparando para la última gran Promesa Pendiente.