De La Desesperación a La EsperanzaMuestra

Dios no es de azúcar

"¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con mis pensamientos y día tras día tener tristeza en mi corazón? ¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí?" (Salmo 13:1-2, NVI).

Esta es una queja abierta y franca de David hacia Dios; abriéndole a Él todo su corazón, sin reprimir sus sentimientos.

Como David, cuando te sientas disconforme o frustrado con Dios, no dudes en acudir a Él, y hablarle con toda franqueza en la confianza que Dios te entenderá y no te condenará ni juzgará; ni se predispondrá contra ti. Él nos conoce plenamente, nos comprende totalmente y nos ama incondicionalmente. Así que exprésale a Dios tu queja con toda confianza y franqueza.

La frase Dios no es de azúcar quiere significar que Dios no se resiente, mortifica, predispone, o se siente agraviado por nuestras quejas y reclamos, ni por la molestia que manifestamos cuando nos dirigimos a Él.

Dios tiene grandes hombros. Dios no es hipersensible. Dios no se va a derretir por la lluvia de quejas que le lancemos. Nuestras quejas no le hacen ningún daño a Dios. Él puede manejar tus quejas. Él no se va a sorprender ni a sentir amenazado por nuestra ira, confusión ni súplicas infantiles.

Él puede manejar tu honestidad, y aun tu molestia y desacuerdo con Él. Él no se va a resentir con nuestros reclamos. Si tu estás frustrado y aun enojado con Dios, habla con Él al respecto. Dios te escuchará con empatía y amor, y tú podrás deshacerte de tu enojo y frustración y, como David, podrás decir: Yo confío en tu amor; mi corazón se alegra porque tú me salvas. ¡Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho! (Salmos 13:6 - DHH).

Cómo aplica la experiencia de David a tu vida

David es tan humano. En muchos aspectos se parece a cada uno de nosotros. A veces optimista, a veces pesimista; en ocasiones se muestra alegre, y en otros momentos triste y abatido.

Y cuando él acude a Dios, se presenta con todo lo que es. La integridad, honestidad y sinceridad eran unas de sus más significativas características. Por eso cuando él acude a Dios deja permear sus emociones e inconformidades, sin ocultar nada.

Podríamos pensar que nuestros sentimientos no tienen nada que ver con nuestra relación con Dios. Pero Dios nos ha dado sentimientos como una expresión de su imagen en nosotros. Las emociones son un don de Dios, y una señal de que somos hechos a su imagen.

En ocasiones podemos estar alegres, pero en otras tristes, con miedo o enojados. En este caso, David estaba invadido de un cóctel de emociones: tristeza, enojo, frustración, impotencia, impaciencia, miedo, desesperanza. ¿Hasta cuándo tendré que luchar con mis pensamientos y día tras día tener tristeza en mi corazón? Con esa espontaneidad y honestidad que lo caracterizaba se dirige a Dios.

Necesidad de equilibrar las emociones

Algunas reprimen sus emociones, aun delante de Dios, lo cual complica aún más la gestión de sus problemas. “Otros viven gobernadospor sus emociones. Creen cualquier realidad que las emociones le presentan. El problema con esto es que, ya que tenemos emociones debido a que somos hechos a la imagen de Dios, nuestras emociones son afectadas por la caída. No podemos confiar en nuestras emociones debido a esto. En este sentido, era correcto para David el sentir dichas cosas, y bueno el presentarlas ante Dios, pero jamás debería de aceptar la realidad de sentir como una verdadera realidad” (Enduring Word).