De La Desesperación a La EsperanzaMuestra

La queja. ¿Hasta cuándo?

"¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con mis pensamientos y día tras día tener tristeza en mi corazón? ¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí?" (Salmo 13:1-2, NVI).

David expresa un profundo sentimiento de abandono. La pregunta repetida "¿Hasta cuándo?" subraya su sufrimiento y la aparente ausencia de Dios que percibe el rey David. La frase"¿Me olvidarás para siempre?" transmite un profundo sentido de abandono y desesperación, como si Dios se hubiera apartado completamente de él.

Similar expresión se muestra en otros salmos, como el Salmo 83:1: “Oh Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni te estés quieto” y elSalmo 44:24: “¿Por qué escondes tu rostro?”. Esa fue también la experiencia del profeta Habacuc: ¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré y no oirás? (Habacuc 1:2). Estas son preguntas que reflejan perplejidad, incertidumbre, desconcierto, frustración y dudas, ante el silencio y la aparente ausencia de Dios.

Es una experiencia debilitadora acudir a Dios en oración en medio de una gran necesidad, y clamar a Dios desde lo más profundo del corazón, y no recibir, aparentemente, respuesta de Dios, al punto de creer que Dios ni siquiera le está escuchando o, pero aun, le está ignorando.

Luchando en dos frentes

La lucha de David no es solo externa sino también interna. Externamente percibe que sus enemigos avanzan sobre él; e internamente está lleno de dudas, tristeza, desconsuelo, desconcierto, miedo, impotencia, frustración, impaciencia y desesperanza. Este clima interno negativo está muy motivado por el aparente y percibido abandono de Dios.

David reconoce esa doble lucha. Sus enemigos eran reales. ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Pero, por otro lado, reconoce esa rumiación (hiperreflexión) constante en su mente que alimenta su angustia. ¿Hasta cuándo pondré consejos (pensamientos) en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? La versión NVI traduce este versículo: ¿Hasta cuándo he de atormentar mi mente con preocupaciones y he de sufrir cada día en mi corazón? No es de extrañarse que David se desanimara. El buscar consejo en su propia alma lo había llevado a la tristeza en su corazón cada día.

Cuando estamos desanimados y deprimidos, la respuesta no está en mirar dentro de nosotros, sino en mirar al Señor. Cuanto más pensamos en los problemas, más nos desesperanzamos. Pero cuando oramos a Dios por los problemas, los elaboramos en forma de petición y echamos nuestras cargas sobre Él, nos llenamos de paz (Filipenses 4:6-7; Salmo 55:22).

Preguntas inquietantes

¿Qué pasa en tu corazón cuando después de orar, clamar e invocar a Dios, en medio de una gran necesidad, Dios, aparentemente, hace silencio? ¿Cuál es tu actitud ante Dios cuando aparentemente Él no te presta atención? ¿Qué crees que está haciendo Dios mientras tu sufres? ¿Permanece Dios pasivo e indiferente ante tu apremiante necesidad, después de escuchar tus ruegos?

Este salmo expresa el reclamo y la queja de David delante de Dios. David se siente triste, olvidado y desatendido por Dios. Hasta cuando es el clamor insistente de David hacia Dios. Esta frase se repite hasta cuatro veces. Este repetido reclamo refleja gran frustración y angustia.

Hasta cuándo es la pregunta crítica que carcome el corazón de David; la queja de David para con Dios. Cada uno de nosotros puede verse retratado en esta frase de David. A veces desmayamos tras la duración de nuestras pruebas: cuando la enfermedad no cede, o el problema económico se hace crónico, o la oposición de nuestros enemigos persiste.

¿Un Dios ausente o una mente afanada?

¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? El mayor dolor en el corazón de David no proviene del ataque de sus enemigos, sino de la creencia (percepción), que se convierte en una auto-tortura, de que Dios se ha olvidado de él, de que Dios se había distanciado a sí mismo de él.

Lo hermoso de este salmo es que David no se queda en la queja, sino que avanza hacia la petición y la alabanza.