De La Desesperación a La EsperanzaMuestra
Libertad para expresarnos delante de Dios
"¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con mis pensamientos y día tras día tener tristeza en mi corazón? ¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí?" (Salmo 13:1-2, NVI).
En medio del drama de David, es admirable y aleccionador la forma tan abierta, franca y sincera con que David se dirige a Dios: sin máscaras, fachadas, estereotipos e inhibiciones. El rey David está pasando por gran angustia e intranquilidad, pero él no tiene temor de mostrar su vulnerabilidad delante de Dios, y mostrarse tal cual es y se siente. David no reprime sus emociones delante de Dios, sino que habla con Él con toda franqueza, confianza y libertad.
En muchas ocasiones, en nuestra interacción con otras personas, y aun con Dios, levantamos nuestras cercas de protección (pantallas, fachadas), por temor a ser heridos, rechazados o no comprendidos. Pero con Dios no tenemos necesidad de acercarnos con nuestras defensas, ni cuidarnos de su reacción. Dios nunca nos va a juzgar, ni rechazar. Él nos comprende totalmente y nos acepta incondicionalmente (Hebreos 4:15). No hay nada que temer de Dios.
Puedes contarle a Dios tus debilidades, miedos, frustraciones, enojo y decepciones. Las emociones con las que luchas no son demasiado fuertes para Él. Dios no te juzgará por desahogarte, ni aun por manifestar tus inconformidades y molestias con Él.
A Dios le encanta la conversación honesta, directa y franca. El realismo es propio del carácter de Dios. Pero Él aborrece la oscuridad, la hipocresía y el engaño. Lo que no agrada a Dios son las mentiras baratas del halago, la alabanza ritual, la formalidad estereotipada, las palabras hipócritas que se repiten una y otra vez sin tener en cuenta lo que verdaderamente está pasando en nuestra propia alma. Así que tenemos que dejar de encubrir las cosas por temor y deshacernos de nuestro sofisticado engaño y lenguaje formal en la oración.
Quejarse fielmente no impugna a Dios con despropósito. Más bien, es una honesta expresión de queja de lo que se siente al experimentar la dificultad, la angustia, y el dolor de vivir en este mundo caído (Romanos 8:20-23). A Dios no le molestan este tipo de protestas. De hecho, nos anima a que lo hagamos. “Con mi voz clamo al Señor; con mi voz abogo por la misericordia del Señor. Derramo mi queja ante El; digo mi problema ante El” (Salmo 142:1-2).
El rey David solía expresar con naturalidad sus frustraciones y temores a Dios. La oración era para David una oportunidad para abrirle a Dios su corazón, y mostrarle lo que había en él, con total transparencia. La oración de David no era un mero acto protocolar, sino una franca conversación con Dios.
¿Sientes la libertad que sentía David, para acudir a Dios con tus cargas, desacuerdos y frustraciones con Él?
Escrituras
Acerca de este Plan
El Salmo 13, un clamor y lamento personal de David, expresa angustia y desesperanza ante el aparente abandono y silencio de Dios. ¿Hasta cuándo, Señor? Este breve, pero intenso salmo pasa de la aflicción a la confianza. El texto aborda temas como el sentimiento de abandono, la perseverancia en la oración y la transformación del lamento en alabanza. Este salmo es una operación a corazón abierto al interior del corazón de David. Captura la tensión entre sentirse abandonado por Dios y confiar en su amor inquebrantable. Es un digno ejemplo de lucha espiritual victoriosa.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: vidaefectiva.com