FructíferosMuestra
Día 5: Disfruta el fruto
A lo largo de estos días hemos hablado de raíces profundas, procesos, conexiones, carácter, paciencia y desarrollo. Hemos entendido que el fruto es visible, pero su crecimiento comienza de manera invisible, en raíces que nos arraigan y nos conectan al río de Dios.
En la naturaleza existe un fenómeno llamado monocarpia, en el cual ciertos árboles florecen o dan fruto solo una vez en su vida, y después de ese momento, mueren. Imagínalo: toda una vida esperando dar fruto, celebrarlo, y al día siguiente, todo termina.
Lamentablemente, en nuestras vidas espirituales, a veces caemos en algo similar. Posponemos dar fruto. Muchas personas deciden fructificar solo cuando enfrentan una enfermedad grave, una crisis o cuando sienten que el tiempo se les acaba. En esos momentos buscan desesperadamente la presencia de Dios y, finalmente, producen fruto, aunque sea tarde. Esto plantea una pregunta importante: ¿Cuántas cosechas hemos perdido? ¿Cuántas personas no pudieron probar el fruto que Dios quería que produjéramos?
El fruto no solo representa carácter; también habla de dones y talentos. Lo maravilloso del fruto es que siempre contiene una semilla. Cada vez que alguien ve o prueba el fruto que producimos, una semilla se siembra en su corazón. Por eso, no debemos temer fructificar; para eso hemos sido llamados.
Jesús no nos llama a vivir vidas monocárpicas—escasas y limitadas—sino policárpicas, vidas que florecen y producen fruto muchas veces. Él nos ofrece una vida abundante (Juan 10:10), una vida que multiplica dones y talentos, que da testimonio de Su poder y deja una semilla y un legado que trasciende generaciones.
Fructificar es un proceso continuo de crecimiento y madurez espiritual. Es un reflejo de nuestra transformación interior y un llamado a servir a los demás, compartir el Evangelio y hacer discípulos. No se trata solo de recibir; se trata de dar, de ser una bendición para otros.
El llamado es claro: seamos fructíferos. No seamos árboles de una sola temporada, sino como los que están junto al río, siempre verdes, cuyas hojas no caen y que dan fruto a su tiempo (Salmo 1:3).
Empieza a servir en tu iglesia local o en tu familia, es la manera en que el fruto se hace visible, da de lo que Dios ha puesto en ti.
Hoy, disfruta el fruto que Dios ya ha producido en tu vida, pero también reflexiona: ¿qué más puedes hacer para seguir siendo fructífero? No te conformes con una sola cosecha; permanece conectado a Jesús y permite que Él continúe produciendo fruto abundante a través de ti.
Acerca de este Plan
Nuestra función en el reino es dar fruto, fuimos llamados a vivir vidas fructíferas, la invitación permanente en la palabra de Dios es a dar fruto. Pero el fruto es el resultado del proceso de madurez y es ahí donde más problemas enfrentamos como cristianos. Este plan te permitirá conocer las maneras en que Dios quiere que crezcamos, maduremos y finalmente demos fruto. Permite que Dios te hable y pases de una temporada de esterilidad a una nueva temporada de fructificación.
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Nos gustaría agradecer a Iglesia Triunfante por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.laiglesiatriunfante.org