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Apoyándonos en Dios Para Llevar Nuestras Cargas

DÍA 6 DE 10

La confianza y el control son excluyentes

“Echa sobre Jehová tu carga (afanes, preocupaciones), y Él te sustentará…” (Salmo 55: 2a).

En el proceso de echar la carga sobre Dios, es importante ceder el control a Dios, sino será imposible ser sostenido por Dios y no nos descargaremos de nuestra carga.

La batalla contra la ansiedad que produce la carga es una batalla por el control. Hasta que no resolvemos el asunto de quién está en control: Dios o nosotros, no avanzamos en el proceso de superar la ansiedad y angustia de la carga.

¿Quién está en control de tu vida?: ¿Dios o tú?

Sólo hasta que rendimos el control de nuestras vidas a Dios, nos habilitamos para experimentar su paz, y manejar nuestra ansiedad, angustia y preocupación.

La confianza en Dios y el control personal son excluyentes

La confianza en Dios y el control independiente no puede cohabitar, pues son excluyentes. No se puede confiar en Dios y al mismo tiempo retener el control de nuestras vidas. Por esta razón, Proverbios 3:5 dice: "Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento". Esto supone dejar cualquier tipo de control que surja de la confianza en nosotros mismos y nuestra autosuficiencia (dominio propio, fuerza de voluntad, habilidades personales, inteligencia, etc.), para depositar enteramente la confianza en Dios.

Confianza implica ceder nuestra autonomía personal a Dios

Es dejar el control para tomar decisiones personales y el control para elegir lo que creemos que es correcto o conveniente, para ser entregado enteramente a Dios. Esta es la parte más difícil para acceder a la paz de Dios: soltar nuestro control para dárselo a Dios; vale decir, entregar nuestro corazón a Dios, sin quedarse con nada. Sin ese paso previo no hay forma de acceder a la paz de Dios.

No podemos permitir que la confianza y el control coexistan, porque cuando los unimos, por un lado, intentaremos confiar en Dios y, al mismo tiempo, trataremos de controlar aquellas situaciones que Dios puede controlar perfectamente. Esto nos provocará tensión, angustia y ansiedad. Si retenemos el control, entonces, dependemos de nosotros mismos. Pero si le damos el control a Dios, entonces pasamos a depender de Él y de sus recursos. Y Dios es más competente y más sabio que nosotros.

La batalla por el control es una batalla por el señorío de nuestras vidas

En el fondo la batalla por el control es la batalla por el señorío de nuestras vidas, por quien gobierna sobre nuestra vida. O nos sujetamos al señorío de Cristo, o retenemos el señorío de nuestras vidas.

Echar nuestras cargas sobre Dios no significa evadir nuestras responsabilidades, sino quitar el peso emocional que implica cargarse con preocupaciones. Por cierto, Dios no siempre quita la carga, pero sí nos sostiene en momentos de ansiedad y aflicción.

Echar nuestras cargas sobre Dios significa dejarlas completamente bajo su control; renunciar al señorío de nuestras propias vidas, a favor del señorío de Cristo sobre nuestras vidas. Eso significa que ya nosotros no tenemos la libertad de manejar y manipular en forma independiente nuestras circunstancias, basado en el uso de nuestros recursos, inteligencia y voluntad, sino que es Dios, en el ejercicio de su soberanía, quien conduce nuestras vidas, y nos libera del opresivo peso de la carga. Necesitamos entender que la verdadera paz proviene de confiar en que Dios es Dios, que Él sabe lo que hace, y que Él tiene el control de nuestras vidas.

Cuando cedemos el control a Dios, entonces la incertidumbre ya no es un problema, porque Dios será el que estará al mando, y Él es un experto capitán que conoce el futuro en tiempo real, porque Él es Omnisciente, y todo lo puede resolver porque Él es Omnipotente. En el fondo la incertidumbre no es más que un área de nuestra vida que no hemos rendido a Dios. Si no podemos relajarnos en un área de nuestra vida, es porque no se la hemos rendido a Dios.


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Acerca de este Plan

Apoyándonos en Dios Para Llevar Nuestras Cargas

El Salmo 55, de David, expresa angustia por la traición de un amigo y también ansiedad - angustia por el acoso de los múltiples enemigos. ¿Cómo afrontar el dolor de la deslealtad? ¿Cómo afrontar el asedio de los enemigos? Este intenso lamento expresado en el Salmo 55 revela el tormento emocional que provoca la traición y la persecución de los enemigos. David quiere huir de la ciudad, pero decide echar su carga a Dios.

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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/