Viajando Por El AdvientoMuestra

¿Todo está en calma?

"En su angustia clamaron al Señor y él los sacó de sus aflicciones. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron y Dios los llevó al puerto anhelado" (Salmo 107:28-30).

¿Cuántas veces, en el ajetreo de la temporada navideña, te has sentido abrumado? Corriendo de un lado a otro, comprando esto y aquello, sintiendo la presión de quienes te rodean. Todos hemos estado en esa situación. Con demasiada frecuencia, la frenética carrera que acompaña a esta época es muy diferente de lo que debería ser. ¿Dónde están los días de paz y tranquilidad, la alegría de estar con la familia y los amigos? ¿Cómo podemos encontrar calma en medio de la tormenta?

Nuestro versículo de hoy nos recuerda que siempre hay una paz disponible para nosotros. "Las tormentas se calmarán y las olas se apaciguarán". Aquel que tiene el poder de calmar el mar nos ofrece la misma quietud. Pero encontrarla generalmente requiere dar un paso intencional lejos del bullicio de la vida. A menudo, cuando aprendemos a buscar esos momentos, Dios nos permite experimentar un instante de reflexión, para recordarnos que estamos rodeados por sus amorosos brazos que nos ofrecen paz, quietud y calma.

Mientras continuamos avanzando en esta temporada, recordemos que, aunque nuestras vidas externas puedan estar rodeadas por el ajetreo y las prisas de los demás, tenemos a un Dios amoroso que está esperando rodearnos de paz y calma en medio de cualquier tormenta.

La calma ante las responsabilidades cotidianas es un tiempo tranquilo de reflexión, un paso lejos del bullicio que experimentamos.

Oración: Amado Señor, ayúdame a mantenerme en el camino que lleva a tus brazos amorosos y calmantes, dónde encuentro consuelo y paz. Mientras el mundo a mi alrededor se mueve cada vez más rápido hacia las cosas materialistas de la temporada navideña, tráeme de vuelta a ti y a tu nacimiento, el milagro que me bendijo hace tantos años. Ayúdame a tomar el tiempo para estar en quietud contigo y reflexionar sobre los momentos de alegría en mi vida. Que siempre recuerde que tú calmas las tormentas a mi alrededor y que, al final del día, estás allí. En el nombre de Jesús oramos, amén.

Escrito por Kelly Milne (Estudiante de la Maestría en Artes en Ministerio, Wesley Seminary)