CONTENDER por la fe que ha sido una vez dada a los santos

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).

Devocional

En un momento de intenso conflicto, en el cual el horror de la guerra ha vuelto a aparecer a las puertas de Europa, no es fácil meditar en un versículo que nos invita a combatir. Por lo tanto, conviene partir de una premisa que nos puede guiar en la meditación de este pasaje, para captar sus principios esenciales.

Judas no exhorta a los creyentes a luchar contra una persona, sino a luchar por una causa. Esta diferencia sutil, pero a la vez fundamental, debería resguardarnos de cualquier desviación fundamentalista e intolerante, que, inevitablemente, degenera en conflicto. Si nos referimos a la metáfora del atleta, en vez del militar, se nos exhorta a hacer lo mejor que podemos, estar preparados para salir a la palestra con otros y “correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante”, como diría el autor de Hebreos. Es un concurso para el cual cada creyente ha de estar listo, lo cual nos pone delante a todos la responsabilidad de estar adecuadamente preparados, de estar dispuestos a hacer un compromiso serio - si la oportunidad se presenta - de dar un buen testimonio en la arena pública, en lugar de escondernos detrás de rediles construidos de muros elevados.

Pasemos ahora a considerar cuál es esta causa por la cual se nos exhorta contender. Aunque la intención original de Judas fue redactar un escrito más extendido sobre la ‘común salvación’, la urgencia de las circunstancias le llevó a concentrar sus pensamientos en los pocos versículos que componen esta carta. Se entiende, generalmente que, al final del periodo apostólico, un cuerpo de doctrina aceptado por todas las comunidades cristianas en ciernes se había consolidado sobre la base de la transmisión oral y ciertos documentos que, a la postre, fueron incorporados en el canon del Nuevo Testamento. Por lo tanto, la fe que se menciona en este versículo no se refiere a la experiencia del creyente particular con Dios, y su respuesta a la oferta de gracia, sino a las enseñanzas fundamentales, transmitidas por los apóstoles, acerca de Jesús y su obra de redención. Se trata de una ‘común salvación’ porque une a todos aquellos que creen en Cristo: es por gracia por medio de la fe (Efesios 2:8), sin tener en cuenta la origen étnica, el género o el estatus social.

Tal salvación no es el resultado de un mero compromiso intelectual, sino que conlleva consecuencias éticas y morales que abarcan la existencia entera del creyente y la Iglesia de Dios. Es por ello por lo que Judas debe advertir a sus lectores (y a todos nosotros) contra aquellas personas que contradicen la obra de la gracia por medio su conducta disoluta, y que proclaman una teología que no reconoce a Jesús como Señor y Salvador, Hijo de Dios. Por tanto, encontramos en la afirmación paulina – “[Hay] un Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5) – un criterio para ayudarnos a distinguir entre enseñanzas falsas y desacuerdos sobre asuntos doctrinales secundarios. Sin entrar en detalles que se tratarán más adelante en esta carta - y en este folleto - es suficiente mencionar el peligro de la “gracia barata” (Bonhoeffer). Las enseñanzas falsas pervierten el evangelio y la contradicen por medio de una conducta contraria a su esencia genuina. Más bien, se nos exhorta a hacer un buen uso de la libertad otorgada por nuestro estatus de hijos de Dios, y aceptar al llamamiento a la santidad de corazón y a una vida que resulta en un fiel testimonio de servicio por amor.

Acción de gracias

Agradecemos la obra de gracia que nos libera del pecado, para vivir en novedad de vida.

Damos gracias por el fiel testimonio de hombres y mujeres a lo largo de los siglos, que se han comprometido a transmitir una fe arraigada en las Escrituras.

Confesión

Pedimos perdón por todas aquellas ocasiones cuando hemos hablado con severidad, dando lugar a la intolerancia y malentendidos.

Nos arrepentimos si hemos preferido la seguridad de nuestras comunidades al desafío del testimonio público de nuestra fe.

Petición

Pedimos discernimiento divino para distinguir entre las enseñanzas genuinas, arraigadas en el Evangelio, y las doctrinas falsas que pretenden distorsionar el mensaje de Cristo.

Pedimos a Dios que nos ayude a comprometernos sinceramente a la vocación que Él nos ha dado, a vivir en santidad cada día y como comunidades que sirven a otros con amor y humildad.

Rev. Dr. Matteo Ricciardi

AEI – Distrito del Noroeste

Pastor de la Iglesia del Nazareno

Profesor en el Colegio Nazareno Europeo