Enfrentando La AutolesiónMuestra

¿A quién le doy mi amor?

Va a sonar un poco duro, pero cuando decidimos satisfacer nuestro deseo de lastimarnos, estamos mostrando que nuestro amor no es para el Señor.

No quiere decir que no seamos salvos, o que no hayamos puesto nuestra fe en Él. Sino que, en vez de honrar a Dios cuidando nuestro cuerpo, decidimos ir del lado contrario lastimándolo.

“Nuestro corazón es una fabrica de ídolos” escribió Timothy Keller en su libro Dioses que fallan. Y es cierto. Constantemente estamos adorando a nuestros deseos, nuestro orgullo, nuestra comodidad, necesidad, al dinero, las personas, la fama, etc. Adoramos todo lo que no es Dios poniéndolos como prioridad en nuestras vidas, incluso hasta ponemos toda nuestra confianza y seguridad en ellos.

Un ídolo es aquello que tratamos como si fuera Dios cuando no lo es. Lo amamos, seguimos y le damos el puesto número uno antes que a Cristo.

Debemos cuidar nuestro cuerpo porque Dios nos creó y somos Suyos. Debemos ser buenos administradores de lo que Él nos ha confiado.

Si realmente queremos adorar y amar al Señor buscaremos la salida ante la tentación para no caer.

Incluso, aun si caemos de nuevo correremos inmediatamente con Él para que nos ayude a no caer más. Eso es ponerlo a Él como prioridad, amarle por sobre nuestros deseos y problemas.

El Rey David cayó en adulterio, pero se humilló ante el Señor estando sinceramente arrepentido. David no fue un hombre perfecto, pero mostró el amor que le tenía a Dios identificando sus ídolos, dejándolos y yendo con Aquel que podía restaurarlo para sinceramente amarle solo a Él.

¿A quien decides amar desde hoy?