Lectura Con El Pueblo De Dios 8: La PazMuestra

Mateo 17:6-8

"Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.7Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo".

En la montaña de la Transfiguración, Jesús, en toda la gloria de Dios, habló con Moisés y Elías mientras tres de sus discípulos estaban cerca. Ellos también eran profetas, pero a diferencia de ellos, Jesús era el mensaje que ellos proclamaban—la Biblia, después de todo, es un libro sobre él. Moisés y Elías lo sabían. Así que, como el asustado Pedro, Santiago y Juan, también miraron a Jesús en busca de respuestas ese día.

Los apóstoles habían visto muchas cosas en su tiempo con Jesús: a los ciegos recuperando la vista, a los sordos escuchando, a los muertos recibiendo vida, y más. Pero hoy tuvieron la visión más espléndida de todas: solo a Jesús. Cuando se sintieron abrumados por el temor al ver al Señor transfigurado, Jesús los calmó con sus palabras. Entonces vieron al Jesús con quien habían caminado, hablado y comido. Vieron al Jesús que conocían bien, que era completamente humano, y aún así, no era como ellos. Vieron a Jesús, y sólo a él.

Es difícil ver a Jesús en esta vida, y mucho más verlo solo a él. Hay tanto ruido y tantas cosas que captar. Sin embargo, lo más bendecido de todo es ver a Jesús y sólo a él. Eso sucede únicamente cuando él nos calma con su palabra. Por eso, es importante abrir nuestros oídos y enfocar nuestros ojos. Cuando vemos solo a Jesús, vemos todo lo demás con claridad. Vemos un mundo que se nos ha dado en Cristo; vemos a Cristo en nuestro prójimo; vemos a Cristo como nuestro principio, nuestro presente y nuestro fin.

¡JESÚS NUNCA ES “SÓLO”! ¡JESÚS ES TODO!

Jesús nunca es “sólo.” ¡Jesús es todo! En las profundidades de nuestro miedo, confusión y distracción, sólo Jesús puede enfocar nuestros ojos en él y hablarnos con palabras de consuelo, porque él aún habla hoy. Él es tu salvador, prometido por los profetas y nacido en Belén, y porque ha venido por nosotros, podemos “levantar y no temer.”

Señor Jesús, llena nuestros oídos, enfoca nuestros ojos y pon todas las cosas en la perspectiva adecuada. Concede que veamos solo a ti para que podamos ver todo correctamente. Amén.