Cultura empresarial.Muestra
“Cada mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para exterminar de la ciudad del Señor a todos los que hacen iniquidad” (Salmo 101:8).
Cada día, David intenta luchar contra el mal en su ciudad y en su palacio. Pero hay momentos en los que luchar contra el mal ya no es útil ni suficiente. En esos momentos, David prohíbe a los culpables la entrada a su ciudad. Si un empleado no parece tomarse a pecho una serie de advertencias, llegará un momento en el que habrá que decirle adiós.
A veces podemos querer prohibir el mal, y al mismo tiempo desear mitigar las consecuencias del despido para el despedido.
Wilfredo es el director general de una empresa de automóviles. Recientemente, ha contratado a un joven, Christian, para que limpie los autos de los clientes. Un día, Wilfredo ve a Christian en uno de los autos de los clientes pasando por el edificio de la empresa a gran velocidad.
Inmediatamente, llama a Christian y le dice que esa no es la forma de hacer las cosas allí. Los autos de los clientes deben tratarse con cuidado. Además, Wilfredo se siente responsable de Christian, de la empresa y de él mismo, y no quiere que Christian se arriesgue a tener un accidente que implique a otras personas.
Una semana después, Wilfredo ve cómo se repite. Y de nuevo, Christian es convocado. Wilfredo está furioso y le pregunta a Christian por qué ha conducido tan rápido. Con una sonrisa desarmante, el joven responde: "Lo siento, jefe, pero estos autos son tan bonitos y rápidos. No puedo evitarlo, necesito pisar el acelerador”.
Internamente, para sí mismo, Wilfredo sonríe, le gusta este chico. Christian recibe una advertencia por escrito en la que se le advierte de que si vuelve a incurrir en una infracción de este tipo será despedido. Dos semanas después, ocurre el mismo incidente. Wilfredo tiene que despedir a Christian.
Le resulta muy difícil, porque ha llegado a querer a Christian, pero no puede dejar de despedirlo por la falta recurrente. Antes de llamar a Christian para despedirlo, llama primero a un buen amigo que tiene un servicio de mensajería. Le explica lo sucedido y le pregunta si podría contratar a Christian.
Wilfredo se ofrece a pagar un mes de prueba, y esta condición es aceptada. Wilfredo convoca a Christian y lo despide. Le aconseja que solicite un trabajo en el servicio de mensajería. Christian lo hace. Están contentos con él y lleva muchos años trabajando allí. No conoce el acuerdo entre su nuevo jefe y Wilfredo. Wilfredo se alegra de haber podido arreglar esto para Christian.
Pregunta del día:
¿Cómo afrontas esos momentos en los que necesitas castigar, pero también quieres mostrar gracia?
Para más información sobre el espíritu empresarial cristiano, lea el libro El empresario de Jerusalén: Cómo ser una fuente de bienestar, de Wouter Droppers, o escriba un correo electrónico a: wouter.droppers@europartners.org
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Escrituras
Acerca de este Plan
¿Qué es una cultura empresarial "sana" y "cristiana"? ¿Y cómo se crea? Basado en el Salmo 101, en el que el rey David describe su código de conducta.
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