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Redefinición de la abundancia

Los seres humanos estamos diseñados para la abundancia. Cuando fuimos creados, Dios nos colocó en un hermoso jardín con todo lo que necesitábamos al alcance de la mano. El libro de Proverbios dice que la pobreza viene a causa de la pereza (Proverbios 24:33-34). En Deuteronomio, la pobreza se entiende como una maldición (Deuteronomio 28:47-48).

De hecho, la palabra «abundancia» se encuentra varias veces en las Escrituras. Significa «una cantidad o suministro extremadamente abundante o excesivamente suficiente». Sin embargo, el suministro extremadamente abundante que la Palabra de Dios promete a los hijos de Dios va más allá de las posesiones materiales. Se extiende a las esferas tanto emocional, intelectual, espiritual como relacional.

Si nuestros corazones no son rectos, la abundancia material puede llevarnos a la esclavitud de nuestra propia riqueza. Podríamos volvernos arrogantes y perder de vista lo que es importante. El miedo a perder nuestras riquezas materiales puede robarnos nuestra alegría. El corazón humano es fácilmente persuasible, por eso Jesús nos advirtió que estuviéramos en guardia contra todo tipo de codicia, porque la vida no consiste en la abundancia de bienes materiales. Cualquier placer tomado en exceso puede convertirse en una adicción.

Por el contrario, nuestras posesiones, posiciones y relaciones pueden tener un mayor impacto a medida que buscamos servir a los demás con ellas. La abundancia material puede convertirse en una bendición cuando la usamos para el beneficio de los demás. El apóstol Pablo exhorta a los que tienen riquezas a que sean ricos en buenas obras y a que sean generosos, porque al hacerlo están acumulando tesoros para el siglo venidero. Disfrutar de las cosas correctas puede conducir a una vida llena de gratitud hacia Dios y hacia los demás.

La verdadera fuente de abundancia es la gracia de Dios. Cuando buscamos y vivimos en gracia, estamos equipados con abundancia para cada buena obra. Jesús dijo que vino a darnos vida en abundancia.

Señor, te damos gracias por tu promesa de que, si compartimos nuestra abundancia material, tu favor proveerá con creces todo lo que necesitamos. Ayúdanos a buscar tus caminos para que nunca falten recursos para hacer toda buena obra. Llegaste a nosotros y nos preparaste para esto. Es una promesa increíble. Es una gracia asombrosa.