Una vida apasionanteMuestra

Todos tenemos una

Nadie va por la vida sin una. Todos tenemos una pregunta que anhelamos con todo nuestro ser. Nuestra pregunta no es invariable; no descansa y siempre quiere más. Si nos descuidamos, podremos ser su próxima presa.

¿Ya descubriste tu pregunta? Seguramente suena algo como, «¿Tengo lo que se necesita?». Te has estado preguntando eso desde antes que aprendieras a hablar. Considera a un bebito lleno de felicidad, tratando de captar la atención de papá o de mamá, diciendo «¡Pa, pa, pa!». Piensa en el adolescente que haría lo que sea para sus amigos se interesen en él, especialmente sus amigas.

Demasiados hombres pasan décadas de sus vidas sin una respuesta. Llevamos nuestra pregunta a chicas, mujeres, a nuestras esposas, y a la pornografía. Pero así permanece. Llevamos nuestra pregunta al colegio, al trabajo, horas tras horas. Pero permanece inamovible, más fuerte qué nunca y sin respuesta.

Las preguntas sin respuesta son dolorosas. Algunos nos damos por vencidos o nos escondemos. Intentamos pasar de largo y evitar completamente la temible pregunta. Apenas nos atrevemos o nos refugiamos en diversos pasatiempos, en el alcohol, en las drogas, y en el entretenimiento. Hacemos lo posible para contestar la pregunta, o al menos la ignoramos por un tiempo. Cosas buenas o malas, lo que sea para detener la insistente y fastidiosa pregunta.

Mientras ves el video y lees el pasaje de hoy, empieza a decirle tu pregunta a Dios, tu Padre..