El Viaje a Nuestro Hogar: El Cielo: La aventura de nuestra vida.Muestra

Una de las grandes áreas de nuestra vida que debemos evaluar y transformar es nuestra mente.

Pablo nos invita a lo siguiente: “… transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Como bien lo dice John Ortberg: “La forma en que vivimos inevitablemente será un reflejo de la forma en que pensamos. El cambio real siempre comienza en nuestra mente. Las buenas nuevas son que si Dios … puede cambiar el nuestro. Lo que hace que las personas sean del modo en que son —lo que hace que seas tú— es principalmente la forma en que piensan".

Nuestros pensamientos tienen que ser objeto de evaluación. No podemos realizar el viaje de nuestra vida si nuestros pensamientos nos atan a este mundo, a las cosas materiales y nos quitan la mirada en Jesús.

Max Lucado nos afirma la capacidad que tenemos como hijos de Dios de escoger nuestros pensamientos “Hay muchas cosas en la vida sobre las que no puedes decidir. Pero la actividad más importante de la vida sí está dentro de lo que puedes controlar. Tú puedes escoger en qué piensas. Puedes ser el controlador aéreo de tu aeropuerto mental. Ocupas la torre de control y puedes dirigir el tráfico mental de tu mundo. Los pensamientos sobrevuelan, vienen y van. Si alguno aterriza, es porque le diste permiso. Si se va, es porque le diste instrucciones de que lo hiciera. Tú puedes escoger tu patrón de pensamiento.… ¡Piensa en lo que piensas!”.

Debemos acoger la recomendación que Pablo nos da: “… todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8-9).

Joyce Meyer nos dice al respecto: “Las cosas buenas es lo que es noble (lo más alto y mejor), puro (sin mancha y sin contaminación), amable (atractivo a los ojos de Dios), de buen nombre (creer lo mejor de otros), virtuoso (lleno de lo que Dios dice que es bueno), y digno de alabanza (cosas tan grandes que uno quiere informárselas a otros). Cuando usted concentra sus pensamientos en las cosas espirituales, se mantendrá centrado en Jesucristo y todo lo que Él quiere para usted”.